En una entrevista de Francesc Arroyo a Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano apunta: “la violencia, que es inmanente al sistema neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca depresión o cáncer”. La interiorización del mal es consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. “La decisión de superar el sistema que nos induce a la depresión no es cosa que solo afecte al individuo. El individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido. El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como si fuera un empresario, un competidor del otro, al que solo le une la relación de competencia”. Retomando la idea hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, Byung-Chul Han denuncia que “el esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento”. Y lo ha hecho a cambio de un modo de vida escasamente interesante, “la mera vida, frente a la vida buena”, dice, casi pura supervivencia. A cambio de eso, el hombre cede su soberanía y su libertad. Pero lo más llamativo es que el propio amo ha renunciado también a la libertad al convertirse en explotador de sí mismo”.
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Los pronunciamientos del filósofo asentado en Alemania, me hacen pensar en el tiempo que pasamos compitiendo. La vorágine que desencadenamos en nuestra actividad cotidiana detrás del pensamiento de obtener nuestros objetivos principales. Pero, ¿Para qué deseamos conseguir el éxito? ¿Qué deseamos obtener? ¿Cuál es el verdadero motor que hace girar los engranes de nuestra existencia?
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En un artículo del año 2018, Grecia Guzmán Martínez, explicó de una manera muy específica las diferencias entre modernidad y posmodernidad, señalando: “Durante la modernidad, el hombre se constituyó como sujeto. Es decir, que todo se comprende con referencia a él, incluyendo la naturaleza y la actividad humana en general. Por eso, la pregunta básica para el conocimiento filosófico y científico modernos es ¿qué es el ser? Por otro lado, la posmodernidad se caracteriza por “la muerte del sujeto”, porque el conocimiento deja de estar centrado en el ser humano, y la verdad ya no se considera una realidad universal, sino un desvelamiento constante. Así, la pregunta básica para la filosofía y la ciencia ya no es qué es el ser, sino ¿cómo puedo conocerlo? La ciencia en la posmodernidad se hace de manera transdisciplinar, rechazando el materialismo determinista, y se integra a la sociedad por medio del desarrollo de la tecnología. Así mismo se intenta salir de los opuestos como mente cuerpo, hombre-mujer”.
Basándonos en esto, e intentando colocar en el pasado la concepción básica con la que fuimos educados los coetáneos de esta época, tendríamos que pensar en cuál será, a fin de cuentas, el sentido de corresponsabilidad de la búsqueda y aplicación del conocimiento que hoy tenemos. En saber, pues, ¿cómo podríamos transitar este tiempo en la trascendencia de nuestro ser y pensamiento? ¿A dónde y porqué vamos a donde vamos?
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