Al inicio de esta pandemia y confinamiento, suponiendo duraría cuatro meses máximo, y posteriormente todo volvería a la normalidad; decidí entonces releer los clásicos en casa, llegue al Decamerón, buena forma de desoír tantas cifras y estadísticas, en los principios de la contingencia epidemiológica; imaginaba, a Boccaccio, mientras la enfermedad arrasaba su ciudad, éste escribía cuentos y leyendas concupiscentes, en tiempos de la peste.
Peste
Era 1348, el planeta ya pesaba y el universo se expandía, por el mundo conocido y lo hecho con anterioridad, y llegó cíclicamente la peste y con conciencia divina y empatía medieval, más moderna que la actual; huyeron y se confinaron los que pudieren, el otro tanto lo que su suerte diere. Boccaccio, novelista afamado, dios viviente para entonces, asegura sucedió en Florencia publicado en folletines durante la pandemia de la peste negra.
Boccaccio en el Decamerón, cuenta sobre un grupo de jóvenes, antecedente de comuna jipi, huyen de la peste que azota Florencia, centro del mundo y ocios, representan cuentos e historias, llenas de inteligencia e imaginación, en su encierro; en la pluma del escritor, la pandemia es algo que perdurará en su obra, la peste negra inmortalizó al Decamerón.
El artista encerrado, la epidemia y el confinamiento lo llevan no solo buscar un motivo de creación necesario para la existencia del artista, sino utilizar la diseminación de la enfermedad como su motivo; aunque la obra en sí, no verse precisamente sobre la contingencia, sus consumidores aseguraban el éxito, lo sabía, la inmortalidad, ya la había ganado.
Arte-mercado-consumo
El artista tiene una necesidad de creación que se ve provocada cuando el entorno o es difícil o extraordinario; la mente creativa formula y proyecta una reinterpretación de la realidad, para trastocarla por medio de un trabajo artístico, con el propósito de proponer una nueva visión con un lenguaje no siempre verosímil para todos; especialmente aquellos que de la misma forma que el artista siente la necesidad de consumirlo, no con el afán derrotista de no hacer su propia versión de la realidad, sino de mirar otras perspectivas con ángulos diferentes y encontrar otros rostros y hallarnos en alguno: el público.
En esta relación simbiótica: arte-mercado-consumo, el medio ambiente es fundamental, el contacto físico, en no raras veces con la obra o el artista es necesario y éste a su vez no alcanza a dimensionar su obra, sin la expresión inmediata de su consumidor: el (respetable) público.
Esta pandemia del 2020, nos obliga a como Boccaccio, encontrar formas nuevas o pretextos actuales, para alentar la imaginación y creación, no a permanecer en estado de sitio y no encontrar qué papel juega el arte y la cultura, en los tiempos del covid-19, -dirán los futuros-, cuando la pandemia trastocó la humanidad más aún que en tiempos del Decamerón.
Dardo
La función social del arte y el artista, quedan más comprometidos cuando la humanidad o un grupo de ésta, enfrenta serias amenazas de desintegración, desde globalización económica a enfermedades pandémicas, autoridades neófitas y pauperización del trabajo artístico; si en temporadas normales el artista apenas sobrevive, ahora parece que el arte podría invadir las calles, -vacías- para subsistir de la mendicidad.
¿Es el arte, virus que alienta al humanoide a trasmutar?
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