Carlos Sevilla Solórzano

Inundaciones, Covid y el impredecible López-Gatell

Bien se dice que el clima no tiene palabra de honor. Han habido mañanas sin atisbos de cielos nublados, pero a medida que se acercan las tardes, aparecen las nubes grises que, poco después, explotan en amenazantes lluvias, en noches sin estrellas. 

Esto lleva a recordar de regiones del país devastadas por inundaciones, a las que se suman las inmisericordemente castigadas como Tula e Ixmiquilpan. 

Ante esto, el gobernador Omar Fayad ha reiterado lo urgente de instituir un plan y mitigar la contaminación, sobre todo en Tula. 

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Aludió a las aguas residuales que a través de los ríos Tula, Salado y El Salto, así como las presas Endhó y Requena encuentran desfogue en nuestra entidad. 

Pidió, en ferviente, llamado a los mexicanos que cumplan y puedan resarcir el daño ecológico producido. 

Mientras, se crea un plan integral de daños para a ayudar a miles de los cuales la mayoría perdieron todo. 

En contraste, resultado de repetidos llamados a los hidalguenses para tomar previsiones contra el Covid-19, se ha registrado ligero descenso en contagios y en decesos. 

El estado se encuentra ya en semáforo amarillo. 

En ese marco de la pandemia, se ha significado el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell. 

Distraído en sus augurios, ha conquistado “malos ojos”, esparciéndose la posibilidad de una renuncia, a la que salió al paso, declarando que no se separaría del cargo, porque MLO lo respalda. 

No hay signos de humildad y mesura en el controvertido galeno. 

La polémica de la línea 12 del Metro 

El lunes 3 de mayo, en la interestación Tezonco- Olivos, de la línea 12 del Metro, en la Ciudad de México, se vino abajo el llamado viaducto elevado. El percance provocó la muerte de 26 personas y 100 heridos. 

Por su trágica importancia, se volvió información que rebasó al país. 

En las explicaciones del suceso, se bordó sobre una pretendida ineficiencia de gobiernos capitalinos, ligada a connotaciones políticas. 

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Para evitar parcialidades en las causas, se contrató a la empresa noruega DNV. 

En este universo de suspicacias, quien fungía como directora del Sistema de Transporte Colectivo, Florencia Serranía, poco se hizo sentir. 

Serranía dejó su cargo, en el mismo impenetrable mutismo que la envolvió desde un principio. 

El dictamen de DNV se conoció en los primeros días de septiembre. 

En lo medular se concluyó que desde enero de 2017 se había identificado una deformación en el reforzamiento longitudinal de la viga norte  en el tramo del viaducto elevado. Y, palabras más o menos, esto significaba que la estructura se encontraba comprometida antes del sismo de ese año. 

Sintetizando, la firma noruega reveló que el accidente sucedió como consecuencia del pandeo de las vigas norte y sur por la falta de pernos funcionales y por eso el muy mencionado tramo elevado perdió su estructura compuesta y operara como dos vigas paralelas, expuestas a cargas para las que no estaban diseñadas. 

Como ocurre regularmente, otro tipo de sucesos fue dejado atrás por otros que merecieron más atención. 

Fue hasta el viernes 17 de septiembre en que se tornó a un explicado interés cuando Claudias Sheinbaum, Jefa de Gobierno, en su tercer informe, enfrentó algunos señalamientos sobre lo que pasó el 3 de mayo. 

Por ahora ubicada en la cima de los pretendidos sucesores de Andrés Manuel López Obrador, dijo que una de las prioridades de su gestión es la de garantizar que el servicio de la línea 12 se restablezca de forma segura. 

Y enfatizó; “Tengan la seguridad que siempre nos comportaremos como hasta ahora, del lado de las víctimas y de la justicia”. 

Aunque no entendamos como nadie supervisó unos ya muy usados pernos que llevaron a un desenlace fatal. 


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