En esta semana que transcurre se ha llevado a cabo la 76º Asamblea General de la ONU, la cual constituye el principal órgano de deliberación, adopción de políticas y representación de las Naciones Unidas. En ella se reúnen los mandatarios de 193 países miembros y se discuten los principales temas que enmarcan la agenda internacional del momento.
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional ha sumado esfuerzos para construir espacios de cooperación entre países con el objetivo de hacer frente a los retos de la época y generar espacios de integración en diversas materias, tales como seguridad, comercio y economía, migración, entre otros. En la actualidad, el escenario internacional vive tiempos turbulentos en un contexto marcado por la pandemia, la crisis económica mundial, los retos ambientales y diversos conflictos alrededor del mundo, por lo que vale la pena hacer un ejercicio de reflexión sobre dichos retos a la luz de la cooperación internacional.
Por un lado, la pandemia ha dejado efectos catastróficos para la mayoría de los países del mundo. Se calcula que han muerto 4.55 millones de personas, y las pérdidas económicas se han traducido en el aumento pronunciado de los niveles de pobreza. Lo anterior, en un contexto en el que los esfuerzos para el suministro, distribución y aplicación de vacunas han resultado en una manifestación concreta de la gran desigualdad imperante, ya que los países occidentales acumulan millones de dosis y acaparan su producción.
En ese sentido, resulta prioritaria la puesta en marcha de esquemas renovados de cooperación internacional a efecto de reducir la brecha de vacunación, en donde potencias globales y países en situación de rezago trabajen coordinadamente para el establecimiento y asunción de obligaciones mutuas que permitan que los más vulnerables tengan acceso a la inmunidad contra el Covid-19 y cada vez menos personas mueran por tal enfermedad.
El otro reto de gran relevancia y trascendencia en el escenario internacional gira en torno a los esfuerzos para la adaptación y mitigación del cambio climático. Los últimos indicadores apuntan a que el Acuerdo de Paris y demás mecanismos multilaterales se están quedando cortos, ya sea por diseño o por falta de voluntad política para su implementación. Por tanto, resulta evidente la necesidad de acelerar la formulación de acciones más agresivas de corto y mediano plazo para contrarrestar los efectos de dicho fenómeno, resultando imperativo imponer regulaciones más estrictas para consolidar la transición hacia las energías limpias.
En tales circunstancias, la Asamblea General de la ONU se enmarca en el establecimiento de nuevas dinámicas de entendimiento y de consenso entre naciones, más allá de conflictos y tensiones que han representado un contrapeso relevante para la toma de decisiones. Si bien es cierto que el entorno geopolítico transita por una coyuntura compleja y desfavorable, todavía existe un espacio de oportunidad relevante para la renovación de los tramos de dialogo internacional, a efecto de detonar acciones colectivas eficaces que hagan frente a los retos globales del siglo XXI.
POR EMILIO SUÁREZ LICONA
CONSULTOR Y PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD PANAMERICANA
@EMILIOSL
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