¡Vaya paradoja la de México! Frente al fenómeno migratorio son dos los escenarios con los que nos enfrentamos. La del orgullo después de la frontera norte y la de la vergüenza en los límites de la frontera sur.
En su tercer informe de gobierno el presidente Andrés Manuel López Obrador destacó como uno de sus principales logros la captación récord de remesas de los connacionales radicados principalmente en Estados Unidos. Mucho se ha escrito respecto a si los dólares que llegan de fuera del País son producto de la política gubernamental o del esfuerzo y sacrificio de los connacionales que por uno u otro motivo han tenido que dejar México.
Para muchos, estos migrantes son motivo de orgullo porque a pesar de vivir en un país que no es el suyo, esquivando obstáculos y viviendo una y mil peripecias han logrado obtener recursos y enviarlos a sus familiares para que tengan una vida más desahogada de la que ellos carecieron.
Lo que ocurre por los caminos del sur es la cara opuesta de la moneda. Cientos o miles de migrantes, la mayoría centroamericanos, a lo largo de los años, han vivido situaciones de terror que pasa por muchas aristas. Extorsiones, secuestros, amputaciones en tiempos de La Bestia, abuso de autoridades o del crimen organizado, por citar algunos ejemplos.
En los últimos años la situación no se ha modificado radicalmente, en las últimas semanas hemos sido testigos del maltrato al que han sido sometidos cientos de indocumentados en su intento por llegar a la unión americana.
Pese al discurso oficial y si se quiere sincero de la actual administración respecto a la política migratoria, para nadie es un secreto que la presión que ejerce Estados Unidos desde tiempos de Donald Trump para detener el flujo de personas, ha obligado a la actual administración federal a intentar cerrarles el paso no importando si para ello se tenga que recurrir a la política del garrote.
En lo que va de la semana cuatro han sido las caravanas de guatemaltecos, hondureños, haitianos y demás nacionalidades que se han topado con los agentes del Instituto Nacional de Migración y de la Guardia Nacional, mismos que han impedido el avance de los indocumentados más allá de territorio chiapaneco con métodos poco o nada ortodoxos.
Las fotografías y videos que han circulado dejan muy mal parados a los agentes asignados a esta tarea. Improvisados, sin técnicas de contención y detención, aplicando el patín y el descontón, sin importar la edad del sujeto a detener. Algo que los mexicanos condenamos enérgicamente cuando se aplica a nuestros paisanos al ser descubiertos por la patrulla fronteriza es replicado por los agentes mexicanos contra los “hermanos” centroamericanos.
Frente a estas agresiones la oficina del Instituto Nacional de Migración que encabeza Francisco Garduño Yáñez ha emitido dos escuetos comunicados en los primeros tres días del mes en el que se condena el comportamiento de algunos de los elementos del INM que han sido exhibidos en las redes sociales y se asegura que investigará y se sancionará a los responsables.
Lo deseable es que a la brevedad los agresores sean realmente castigados, con sanciones ejemplares que impidan a otros agentes recurrir a los mismos métodos. Este es uno de los muchos pendientes que tiene por delante el nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
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