MIGUEL PÉREZ

El espíritu del Rey Poeta

Me siento fuera de sentido,

lloro, me aflijo y pienso,

digo y recuerdo:

¡Oh, si nunca yo muriera!…

si nunca desapareciera.

¡Vaya yo donde no hay muerte,

donde se alcanza victoria!

Oh, si nunca yo muriera,

si nunca desapareciera…

Sed de inmortalidad es un poema asociado al “Rey Poeta”, Nezahualcóyotl, y que bien vale recordar en estos días en que se recuerda la Caída de la Gran Tenochtitlan y que el gobierno federal ha rebautizado como 500 años de Resistencia Indígena.

Quizá esa sed de inmortalidad es la que embargó a cientos o miles de ciudadanos que en dos días abarrotaron el zócalo capitalino para atestiguar el espectáculo de luz y sonido sobre la réplica de la pirámide que mandó a montar la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Las imágenes que se difundieron en medios de comunicación y redes sociales dejan ver que en el lugar se ignoró por completo la recomendación de la sana distancia en tiempos de pandemia.

La aglomeración se dio coincidentemente en la semana en que el país rebasó por mucho el pico de contagios por coronavirus que se había registrado en la segunda ola. En la semana, de acuerdo con los datos oficiales, hubo en promedio poco más de 20 mil nuevos enfermos por el virus. Sobra decir que la Ciudad de México es la entidad con más casos activos a nivel nacional.

El espectáculo denominado Memoria Luminosa que congregó a miles de ciudadanos se dio también justo una semana después del encontronazo que tuvieron Sheinbaum y el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, respecto al color del semáforo epidemiológico en la que se encuentra la ciudad, pleito que ganó la ya destapada candidata a la presidencia de la república. Miles de capitalinos congregados frente a la pirámide de tablaroca bien valían el color naranja.

De haberlas, las consecuencias en materia de salud no se conocerán sino hasta dentro de 15 días. Pero en caso de una multiplicación de contagios producto de esa concentración de personas, no sería justo responsabilizar solo a la autoridad. Cierto es que de no haberse organizado un espectáculo de esa naturaleza, no habría ese tumulto de personas, pero también es cierto que los ciudadanos que han asistido al espectáculo lo hicieron por propia voluntad. Hasta donde se sabe nadie fue obligado o forzado a ir. Tanto peca el que arma la pirámide como el que acude a admirarla.

El binomio evento masivo organizado y promovido o autorizado por la autoridad más la falta de cuidado de quienes asisten a esas convocatorias pueden prolongar el no regreso a la nueva normalidad que todos anhelamos. Los eventos públicos o privados con alta concentración de personas se empiezan a normalizar. Además del zócalo basta ver las imágenes de lo que fue el Baja Beach Fest 2021, en Rosarito.

Es momento de guardar la compostura y cuidarnos todos, para seguir gozando la vida, y los poemas en náhuatl que aún se conservan:

Pajarillo, ¿por qué cantas?

Yo canto porque estoy alegre,

yo canto porque siempre amanece,

y tú, ¿por qué no cantas?

migueles2000@hidalgo.jornada.com.mx


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