Garlito
En el Centro Histórico de Pachuca, hay un lugar muy importante para los orígenes de la ciudad, desde su creación, la gente concurre para comerciar, entretenerse y disfrutar del espacio público, igualmente desde su creación sufre un ataque inconsciente que deteriora su imagen, daña testimonios importantes y pierde su valor histórico: El atrio de la Parroquia de La Asunción.
Transeúnte
Deambular por las calles de la capital, siempre es riesgoso, peligroso, las banquetas tienen trampas mortales para cualquiera, decenas de postes, publicidad, hoyancos de viejas obras y un sinfín de obstáculos para quien camina por las calles principales del primer cuadro y Centro Histórico; actualmente la vía pública sufre invasión silenciosa, apoderamiento de espacios para comerciar mil objetos, justificado quizá por la emergencia económica por la pandemia covid-19, quitar un pedacito al transeúnte o a un espacio público, ante la falta de empleo.
Como hacía muchos años no se veía, nuevamente las banquetas, calles, se hicieron un escaparate de todo y la vocación comercial de los pachuqueños, se desborda y poco a poco aparecen comerciantes de todo, obstruyendo el paso y ganando espacio público; las principales plazas, Independencia y Constitución, son objetivo sistemático de comerciantes semifijos, ambulantes y más, la concentración de personas ser la zona comercial más importante, deteriora el sitio histórico de la ciudad, se pierde entre un marasmo de puestos principalmente en la segunda y específicamente el atrio de la Parroquia de La Asunción.
Vía
Desde los portales de la plaza, los comerciantes a penas dejan espacio para el paso, otros semifijos se mueven pero continúan el obstáculo, incluso comerciantes establecidos también invaden el frente de sus negocios, misma situación en la calle de Hidalgo, entre ese caos comercial a invasión de la vía pública, la pequeña placita del frente por varias razones debería ser rescatada; el edificio de culto religioso tal cual lo conocemos fue levantado entre 1647 y 1719, parroquia antigua y lugar tradicional de la ciudad, la venta que había era de productos religiosos hoy en el olvido como todo el conjunto arquitectónico.
En ese lugar se puede observar el paso de la historia, desde la dominación española, Independencia, Reforma y Revolución, los testimonios: la placa de cemento donde se conmemora la estancia del héroe antecedente de la independencia, Mariano Matamoros, Vicario de la Parroquia entre 1799 a 1801, su trabajo pastoral es muy importante, pero también al observar las condiciones de los mineros alentó sus ideales liberales; el monumento casi ilegible, olvidado al parecer por las mismas autoridades eclesiásticas es mostrador de algunas mercaderías.
El otro testimonio de su importancia histórica, cultural y tradicional, es la efigie erigida a Benito Juárez, un monumento pequeño, inaugurado por Nicolás Flores cuando gobernador, el busto de pésima suerte, el primer recuerdo del benemérito se colocó en la parte sur de la Plaza Constitución, pero fue removido dos veces hasta ser colocado en el atrio de La Asunción, sucio despreciado, es otro monumento olvidado, puesto de algunos comerciantes y falta de respeto a la ciudad misma; las calles se transforman de acuerdo a la realidad, la invasión de la vía pública, tema muy pendiente.
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