YOLANDA

El punitivismo nunca será una victoria

La creación de nuevos delitos, el aumento de penas privativas de libertad o incluso la creación de padrones como el de ADN y deudores alimentarios entre otros, no son ni serán jamás una victoria para ningún movimiento social de derechos humanos, feminista o de las disidencias.

Por décadas gran parte de nuestras agendas y de las agendas de las autoridades y políticos han versado en reformas punitivas para “prevenir y erradicar” las violencias de las que somos objeto. Se nos ha demostrado una y otra vez que no han cumplido con su objetivo. Los hechos discriminatorios y violentos siguen sucediendo todos los días. Solo unas cuantas personas logran “acceder a la justicia” y muchas veces ese resultado ni siquiera satisface las necesidades las víctimas. Peor aún, hay personas encarceladas injustamente por delitos que no cometieron. Todo esto es el resultado de la corrupción e impunidad.

La falta de compromiso por parte de los representantes de los tres poderes se ve reflejada cuando su solución es la criminalización de las personas y no la creación de políticas publicas que se encaminen a una verdadera prevención del delito, cambios culturales y la propuesta de otras formas de justicia que tiendan a la reparación integral del daño.

No hemos entendido que la violencia que queremos erradicar es un problema social. Uno que compete a quien violenta, a quien ha sido violentado, a la estructura gubernamental pero también a nosotres como sociedad. Una clara señal de que también somos víctimas indirectas es el miedo, el coraje, la tristeza que nos produce al leer o escuchar sobre noticias de feminicidios, desapariciones, asesinatos o discriminación. Necesitamos generar una mayor consciencia sobre esto y sobre como cada que alguien es victima de la violencia o victima de la injusticia e impunidad también nos afecta a nosotres.

Las penas no son garantía de la reinserción, ¿cómo se espera que quién delinque pueda reinsertarse cuando las condiciones en las que sus procesos legales y de vida al interior de estos espacios no son dignas? ¿las personas que delinquen pierden su calidad de persona y de ciudadanes por hacerlo? La idea de que alguien deja de ser una persona por alguna condición o hecho es lo que ha perpetuado estos sistemas violentos, desiguales y de discriminación.

Los padrones de delincuentes, ADN o deudores alimentarios podrían parecernos una buena medida. Hemos escuchado mucho de ellos en películas y series gringas, que pretenden darles todo el crédito para encontrar a los culpables. Pero eso es una ficción y en este sistema donde la corrupción y la impunidad esta a la orden del día, no hay garantía de saber si quién esta ahí realmente tiene que estarlo. Me surgen varias preguntas ¿por cuánto tiempo? ¿a quién además de la persona que este en ese padrón afectará esta decisión? y si tenemos un sistema de reinserción que busca que las personas regresen a la sociedad ¿por qué tienen que vivir pagando una condena, ahora no física, pero si legal, en sus documentos, para siempre? ¿Los delitos, las penas y las medidas punitivas son una victoria?

No.

Una cubeta de agua que se pone donde hay una gotera no está ni cerca de solucionar un problema de filtración en el techo de un edificio.

El derecho penal y penitenciario son esa cubeta de agua, una que ya se desbordo y nos inundó.


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