En la reciente historia del ser humano, las sociedades han sido testigos de grandes discursos por parte de personajes inmersos en las esferas de la política y lo público, ahí tenemos al prodigioso Martin Luther King, quien fuera un destacado activista por los derechos civiles de los afroamericanos, y que decir de Adolfo Hitler en la Alemania NAZI, un verdadero orador lleno de energía y estruendosa voz que hacía inmutar al más valiente batallón de infantería.
En México, los discursos van de la mano con la incursión de la esfera política con una variedad un tanto folclórica, podemos traer a la memoria las pulcras oraciones del aglomerado mitin en el monumento a la revolución, donde la piel se estremece al escuchar a Luis Donaldo Colosio Murrieta, y que decir de la voz y argumento técnico de aquel joven campeón nacional de oratoria y debate público que sigue presente y consolidado como un referente de la política contemporánea, llamado Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega.
En el caso de las damas podemos describir con puntualidad los estilos de Beatriz Paredes Rangel, quien manifiesta firmeza, pasión y agudeza a la hora de manifestar sus ideales, en el otro extremo podemos describir con osadía y confrontación la postura de Xóchitl Gálvez, que a pesar de la dificultad para pronunciar la letra “r”, no se acongoja ni se ofusca.
Es entonces que, a escasos días de concluir los tiempos de campaña electoral, podemos describir los discursos de las y los candidatos de los diferentes institutos políticos, en la mayoría de los casos utilizaron una narrativa pobre, llena de muletillas y frases ya sean a favor del gobierno de AMLO o en contra de él, pocos fueron quienes desarrollaron una retórica inteligente, propositiva y sensata a las futuras responsabilidades por la cual compiten. Llega el momento de analizar la forma en que se expresan para que sea este el primer filtro de reflexión a la hora del sufragio, toca el turno de poner en una balanza el dicho y el hecho de estos perfiles políticos que pretenden representar a una sociedad cada vez más apática, en particular con aquellos pseudopolíticos que pretenden la reelección.
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