Probablemente, la corrupción es uno de los factores que más han mermado la confianza y afectado la batalla contra la delincuencia y la violencia en nuestro país; en definición de la organización no gubernamental Transparencia Internacional ésta se entiende como “el abuso del poder para beneficio propio”; y no es solo un tema que predomine en la agenda de nuestro país, sino que se trata de un asunto global que alcanza entre cinco y 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el mundo, es por ello que exhortar a diversos organismos multilaterales, miembros de la sociedad civil e instancias gubernamentales a que adopten medidas urgentes y necesarias para prevenir y sancionar los actos de corrupción es indispensable.
El tema ha sido objetivo central de análisis y estudios alrededor del mundo, incluso en México, durante las elecciones presidenciales del 2018, el combate a la corrupción se convirtió en uno de los puntos centrales de las campañas entre los candidatos, definiendo este tópico la elección.
A pesar de lo mucho que se ha abordado el asunto de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción publicado en enero de este 2021, nuestro país se encuentra en la posición 124 de 180 países evaluados y en términos mundiales aún se dibuja un paisaje sombrío del estado de la corrupción en todo el mundo ya que la mayoría de los países evaluados no ha registrado ningún avance en la lucha contra la corrupción en casi una década y más de dos tercios puntúan por debajo de 50.
Por otro lado, la OCDE en su ficha Perspectivas de Integridad América Latina y el Caribe, informa que el 75% de los ciudadanos en el continente piensan que los gobiernos actúan en favor de grupos poderosos, y que las debilidades en los sistemas de integridad en el sector público contribuyen a deteriorar la percepción de la legitimidad de gobiernos y de las políticas públicas.
Frente a los diversos estudios, los antes citados y los que se han realizado a lo largo del tiempo, debemos aceptar que contrario a lo que se quisiera creer este fenómeno ha acompañado a la sociedad desde tiempos remotos, muchas preguntas surgen en torno a él, ¿de qué forma comenzar a erradicarlo? ¿Por qué, a pesar del daño que hace, aún se apuesta por el camino del pago de sobornos?, pero lo más importante, ¿Por qué abaratar uno de los elementos más importantes para la justicia: la legalidad?
Es irrefutable que la batalla debe librarse en gran medida en el interior de las instituciones, sin embargo, aunque no queda duda que el combate a la corrupción requiere voluntad e integridad, para identificar aquello que hace daño, casi siempre es necesaria la visión externa; es por ello que la participación ciudadana y la denuncia se convierten en los caminos más viables para, en conjunto, poner un freno urgentemente necesario.
Hoy, por el bien del desarrollo y progreso de México, y considerando la crisis de credibilidad institucional que enfrentamos, además de replantear los compromisos sociales, es imprescindible consolidar la integridad, haciendo lo justo, en el momento adecuado y por la razón correcta; porque nuestra actualidad requiere transformar el ejercicio público y recordar en todo momento que los verdaderos líderes están hechos de integridad.
*Analista en tema s de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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