CESAR G

Parquímetros

Todo en la vida tiene un costo, aunque a veces no seamos conscientes en el momento, y el estacionarse “gratis” es un ejemplo de ello.

Donald Shoup (profesor de la Universidad de California) ha estudiado los efectos de estacionarse “gratis” desde inicio de los noventa. Cuando hacía un estudio para el gobierno de Los Angeles descubrió una cosa: muchos empleadores ofrecían a sus empleados estacionamiento gratis como un beneficio laboral y encontró que el 69% de las personas que contaban con este beneficio iban al trabajo solos contra el 48% de las personas que pagaban por estacionarse. Cuando el estacionamiento costaba, más personas buscaban compensar ese gasto invitando a otras personas a viajar para compartir el costo, muchas de esas personas, a su vez, eran personas que dejaban su auto en casa. Esto, al final, tenía un impacto ambiental.

Ya se podrán dar una idea de por dónde va esto, cuando estacionarse cuesta se reduce el uso del auto, lo cual reduce las emisiones contaminantes y eso beneficia al medio ambiente.

Los espacios para estacionarse son un bien escaso y poner un precio por ellos es una buena idea para asignarlos de manera más eficiente, aquí es en donde entra el parquímetro. Varios efectos positivos se logran al colocar parquímetros, ya hablábamos del beneficio ambiental pero hay otros. Uno que no es tan obvio es el tiempo. Lo que logra el parquímetro cuando el precio es el correcto es asegurarnos que la mayoría de las veces vamos a encontrar un espacio disponible, esto nos evita estar dando vueltas sobre la zona en la que nos queremos estacionar, al hacer esto contaminamos menos pero también perdemos menos el tiempo. Shoup encontró que en una zona de Los Angeles de estacionamiento “gratis” se desperdiciaban al año 95 mil horas (11 años) de manejo para encontrar un lugar. Estas 95 mil horas desperdiciaban 178 mil litros de gasolina, que producían 730 toneladas de CO2. Puede ser que uno no saque un peso al momento de estacionarse pero para nada es gratis.

Aquí una experiencia personal. Yo casi todos los días desde hace tiempo me estaciono en una calle del centro por un par de horas, cuando funcionaban los parquímetros era muy sencillo encontrar un lugar en esa calle, del tiempo que han dejado de funcionar para acá me cuesta trabajo encontrar un lugar libre. Si bien nunca hay que tomar una experiencia personal como algo que sucede generalmente, lo que estoy observando se parece mucho a lo que los estudios han encontrado.

Ahora, ya que las calles son públicas, una de las condiciones necesarias para que los parquímetros funcionen es que los beneficios de cobrar por estacionarse tienen que quedarse en las calles en donde se encuentran los parquímetros. Los vecinos tienen que ver un beneficio de eso, su entorno tiene que ser mejorado con ese ingreso. Los vecinos tienen que ver que hay menos baches, que hay más seguridad, que hay mejor alumbrado público, que se limpian mejor las calles o que se plantan árboles. Mejores entornos también atraen a más gente, la gente quiere pasear o realizar más actividades en entornos más bonitos y seguros y eso es bueno para los comercios locales.

Tampoco se trata de poner parquímetros por todos lados ya que el fin no es recaudar, hay que ponerlos en donde hay mucha demanda por los espacios.

Las concesiones no son malas en sí mismas, son malas si son caras, si son injustas o si están fuera de la ley, si el problema es que una empresa no cumple o si el contrato es ventajoso o se descubre corrupción a la hora de otorgarlo, entonces hay que arreglar eso pero no desperdiciemos la oportunidad de obtener los beneficios que dan los parquímetros. Funcionan y mejoran entornos, y de eso hay evidencia.


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