AÍDA SUÁREZ

Vivimos tiempos aciagos

Doy inicio a esta columna. Con la certeza de que lo mejor está por venir.

Hace unos meses surgieron ventas de alimentos entre el vecindario. La pandemia que ha provocado estar en casa, en muchos casos sin salir por el sustento diario y ha orillado a mujeres y familias completas a elaborar antojitos, postres e incluso productos de temporada como la pasada decembrina.

Una de mis vecinas se las ingenió y echó a andar una cocina de chalupas hechas en casa; pidió a sus hijos la ayudaran a hacer entregas. Los pedidos llegaban a cada casa a tiempo, para que quienes los solicitaran evitaran salir del hogar.

Incluso, llegó el momento en que la vecina en cuestión ya no se daba abasto para entregar las órdenes de chalupas, su hijo mayor iba a una privada y el segundo a otra, entonces tuvo una idea más: entregar el pedido en una bolsa que colgaba de una cuerda tendida por el muro para que llegara a mi privada que desde su casa queda en la parte de abajo del fraccionamiento.

Una vez entregada la charola de chalupas calientitas y con salsa verde, las auténticas pachuqueñas, depositaba el dinero en la misma bolsa y ella ofrecía el cambio con monedas desinfectadas, se notaba porque estaban mojadas. El envío de la bolsa cumplía con su cometido: entregar alimentos y recibir dinero a través de una cuerda colgando de un muro.

Así estuvo por meses durante la pandemia, digamos, la primera etapa, entre marzo y diciembre. Como muchas mujeres, como muchas familias que buscaron en estos tiempos aciagos una entrada económica por mínima que fuera, mi vecina logró de poco en poco cubrir gastos de casa, de los hijos.

En esta pandemia, por el confinamiento, surgieron otros tipos de ventas a través de las redes sociales, principalmente Facebook y Whatsapp. Productos de todo tipo que se mostraban a la mano. Como ya decía: alimentos, otros, los consabidos cubrebocas desde lo KN95, y aquellos modelos con figuras de arte, nombres de personas o de empresas, y para niñas y niños; ropa, refacciones para autos y hasta medicamentos y tanques de oxígeno se consiguieron a través de estos canales.

La entrega se ha hecho contactando a la persona, acordando el precio, el sitio y hora de entrega. Así pudimos conseguir todo tipo de productos a la mano, a veces a domicilio. Formas de venta que se crearon durante la pandemia.

Ha sido un tipo de acuerdo como en los tiempos de guerra. Casi sin conocerse, con entrega del producto y dinero en mano, a veces sólo con el saludo y el gracias, tal vez para nunca volvernos a encontrar.

Lo cierto es que esta modalidad llegó para quedarse. El comercio informal se incrementó ante la necesidad de atraer recursos a como diera lugar. Y así seguiremos, empezó una segunda etapa en este 2021.

Como mi vecina, se apuesta por seguir imaginando qué vender desde casa, aunque sea a través de un muro, como en la vieja Alemania.

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