La filosofía de la persona es conocida como Personalismo, más aun, como personalismo-comunitario. Desde sus primeros años de vida, la persona empieza a luchar por ser un individuo y para afirmarse, se esfuerza por separarse del grupo-manada, de eso que llamamos la masa, la borregada y utiliza entre otras cosas, la duda, con la cual se distingue de los demás y empieza a definir su propio pensamiento.
Su primer tarea es autoafirmarse y paralelamente darse, caminos que van tomados de la mano. En ocasiones, la legítima y necesaria construcción de la individualidad deriva en un individualismo narcisista, egocéntrico. El movimiento de personalización une a los dos, individuo y comunidad en tres dimensiones: vocación, encarnación y comunicación.
La vocación es ese llamado a ser-más, que con frecuencia en nuestra cultura se confunde con eso que solemos llamar el éxito, asociado a logros mayormente materiales. No obstante, ser-más, significa autorrealización, conscientes de que nadie se realiza en el vacío, en soledad, sino junto con el otro y que experimentarla no siempre implica “el éxito” sino que en ocasiones nos remite a lo que llamamos fracaso.
La vocación es un llamado de la vida que viene a través del rostro, del reclamo ante las necesidades del otro que exigen una donación total, sin reserva; ese grito del otro se vuelve compromiso político, entendido éste, como construcción de la ciudad que se habita y se sueña.
Para Gabriel Marcel, la encarnación es la forma privilegiada de ser-en-el-mundo, hacia la presencia que es ser-ante-el-mundo. Las vivencias de vocación y encarnación, se tornan un modo de ser que trabaja en la causa de los demás. Es dar cuerpo a esas masas informes, tanto de pensamiento como de deseo. Es dar orientación, sentido. Es mirar hacia el mismo horizonte, hacia una causa común.
La comunicación juega un papel muy importante en el encuentro que vivifica el nosotros. Salir de si, existir, es el inicio de la vida de la individualidad y es ser arrojado-desde-otro. No se puede empezar a ser-yo, si no se descubre uno como venido-desde-el-otro, esto es, donado. Llegamos a la vida a través de otro.
La persona, como intencionalidad, es conciencia-de el mundo donde vive, es ella quien le da sentido y ahora vive en una comunidad, misma que históricamente se construye como morada. La comunidad primitiva, la familia como persona de personas, vive en su refugio, la casa familiar. La comunidad política, la nación, como familia de familias, vive en su hogar, patria que se hace en la ciudad. Encontrarse es dialogar como denuncia y anuncio.
El personalismo, implica una filosofía del testimonio, búsqueda del compromiso, aprender a dar, a compartir; ir al encuentro del otro, ponerse al servicio de los demás, volver con los otros en su calidad de legítimos otros, sobre todo ir hacia aquellos más vulnerables, los de abajo, los marginados, los excluidos, los segregados, aquellos a quienes se les ha pisoteado su dignidad y se ha arrancado su derecho a la palabra.
Avanzan los tiempos políticos, ojalá que se abran camino aquellos hombres y mujeres que están dispuestos a asumir el compromiso de pensar en el “nosotros”, que su testimonio de servicio a los demás esté centrado en el otro, motivo de su reflexión y su acción.
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