Ayer conmemoramos otro Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Eventos y funcionarios ataviados con símbolos naranjas y violetas. Amplios discursos de condena, que invitan a la concientización para erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, cis, en pocas ocasiones visibilizando a las trans.
Pienso que el día naranja ha llegado a tal nivel de institucionalización en la que solo sirve como una pantalla en la que en todos los niveles de gobierno, en los espacios de poder político, económico y social se utiliza para hablar de las acciones que según nos están encaminando a la erradicación de esta forma de violencia. Cuando la cruda realidad nos está mostrando los efectos y consecuencias que la violencia de género tiene todos los días en nuestra sociedad.
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Considero que de todas las acciones que el Estado ha implementado para erradicar la violencia de género, la apuesta por el punitivismo es la más ineficiente, cruel, manipuladora e ineficaz.
La creación de nuevos tipos penales o el aumento de penas no ha traído justicia ni tampoco ha cambiado radicalmente nuestra sociedad. Todo lo contrario, la impunidad, la revictimización y el daño persisten.
Hay tipos penales que están tan mal redactados que son imposibles de utilizar, hay otros que no eran necesarios porque ya existía delitos que sancionan las conductas. En casi todas las ocasiones las víctimas piensan que todos los delitos relacionados con violencia de género o violencia sexual, terminarán en condenas perpetuas y luego al empezar a interactuar con la ley, no solo se enfrentan a la discriminación y revictimización del proceso, sino a la desilusión de los efectos de la sentencia.
En otros casos hay delitos, como el de aborto o aquellos relacionados con la edad de consentimiento sexual, que criminalizanas niñas, adolescentes y mujeres que deciden sobre sus cuerpos y vidas.
No pretendo juzgar a ninguna persona que decida buscar justicia en el sistema penal, al final, el Estado no nos brinda otras opciones para acceder a las migajas de justicia que eso significa. Pero si tengo un reproche amplio contra aquellos tomadores de decisión en los Congresos y en los Ejecutivos que en lugar de apostar por políticas transformadoras pero que toman tiempo, mucho tiempo; prefieren dejarse llevar por la trampa del punitivismo que genera una ilusión de justicia.
La labor de nuestras autoridades no solo deben centrarse en la sanción cuando algún evento de discriminación o violencia contra las mujeres sucede, sino en prevenir que esto pase. La prevención nunca se da a través del derecho penal.
No quiero perder la esperanza de que algún 25N en lugar de celebrar las soluciones punitivas del Estado; estemos hablando de políticas públicas efectivas que construyan un lugar mejor para todas.
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