Quizás para las generaciones más jóvenes el nombre de Israel Vallarta no le haya resonado hasta este fin de semana, pero la trasmisión del falso operativo para detener a los líderes de la banda de secuestradores Los Zodiaco, es una de esas escenas que se quedaron alojadas en mi cerebro. Tenía 14 años, estaba desayunando y mirando a la tele, impactada por todo lo que vía y escuchaba, sentí miedo porque en aquellos años lo peor que podía pasarle a alguien era ser secuestrado.
Unos años después cuando estudiaba Derecho, los medios daban pruebas contundentes de que todo, absolutamente todo había sido un montaje, que las personas señaladas estaban en prisión de forma injusta, pero también que varios intereses económicos y políticos habían instrumentado a personas para ser las víctimas. Dolor e injusticia por todos lados.
Quizás es por mi formación y luego deformación feminista-cair pero la existencia del sistema de “justicia” penal y la cárcel me parecen una de las mayores expresiones de crueldad y deshumanización, principalmente porque como seres humanos, al menos aquí en México se ha utilizado de manera demagoga, potencializando en algunas ocasiones la venganza y otras ocasiones, casi en todos los casos como un dispositivo de control y exterminio de ciertas poblaciones: las juventudes, las personas racializadas, indígenas, las feminizadas. Sin embargo, en esta ocasión veíamos en la tele a dos personas blancas, una extranjera recibiendo toda la fuerza del estado por hechos que no cometieron, porque si los dispositivos del poder no distinguen y arrasan con todo.
Hace veinte años, es decir cuando todo paso que las investigaciones contra Cassez, Vallarte y las otras personas señaladas debieron cerrarse, porque constitucionalmente se habían violado todos sus derechos humanos y procesales: fueron aprehendidos ilegalmente, privados de su libertad, torturados, se les infundio dolor y terror para lograr tener un espectáculo que tiene consecuencias irreparables. El debido proceso, que son los derechos que todas las personas debemos tener garantizados cuando estamos siendo señaladas por la comisión de un delito tienen que respetarse, y aquí se violaron de forma flagrante y continuada.
¿Sabe usted que esto que Vallarta vivió es una de las experiencias más comunes que existen en el sistema penal? Las cárceles están llenas de personas torturadas, que no cometieron ningún delito o si, pero que aun en ese caso merecían el respeto de sus derechos humanos. ¿Ha pensado que esto podría pasarle a usted? Si no lo había pensado, lamento decirle que nadie estamos exentos de que se fabrique o se nos señale por delitos que no cometimos y tengamos que pasar un proceso en prisión, mientras el estado se jacta con estas violaciones al debido proceso de traernos justicia, falsa justicia acosta del sufrimiento de alguien más.
Vallarta nos está dando una lección de dignidad y el Estado merece darle una reparación, porque hay que entender que, aunque si, esto fue cometido por los panistas lo hicieron ostentando una posición de poder que hoy esta representando por la 4T que tiene la oportunidad de dejar un precedente para repararle y que se trabaje para que esto no vuelva a suceder.
Ojalá que sí y ojalá que todos los panistas que nos han gobernado reciban su merecido.
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crs

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