Garlito
Si alguien preguntara dónde se encuentra la plaza de las huastecas en Pachuca, muy poca gente sabría la respuesta; desde su origen abandonada, lleva el nombre de Nicandro Castillo y nada hay de información respecto al lugar; hoy, bodega de carritos de limpias, en este pequeño jardín, de árboles frondosos, está el mural del maestro Ildefonso Maya Hernández, en ruinas, olvidado, despreciado a punto de desaparecer por la lluvia, el sol y el desprecio de la autoridad cultural, que deja perder las casi inexistentes obras artísticas en espacios públicos de la capital.
Muralismo
Hidalguense de adopción, pinta un mural a las espaldas del Archivo Histórico y Museo de Minería, a un costado del parián y a la orilla del bulevar Nuevo Hidalgo, en el centro de Pachuca. El tema la Huasteca, su gente y cultura, infinita relación con el universo y la naturaleza; obra delicada, sin grandes contrastes de colores, cubierta de una ligera tonalidad difusa, como si la viéramos a través de la niebla; montañas y cerros se ven en lontananza, serranía y huasteca, en la parte inferior, el pueblo huasteco, humilde, sabio, silencioso, diáfano; de pronto una mancha de humedad y una descarapelada en la pared, las tonalidades pierden energía, los trazos desaparecen; no es necesario ser un experto, está destinado a perderse; la autoridad cultural ¿Conocerá la importancia de la obra de Ildefonso Maya Hernández?
A pocas cuadras encontramos otro mural en ruinas que todos los pachuqueños conocemos. En uno de los muros de la escuela primaria Presidente Alemán, vandalizada la pintura del tepeapulquense José Hernández Delgadillo; objeto de atentados y humillaciones, que la autoridad desdeña, por neófita e intransigente; Por la democracia, el trabajo y la soberanía nacional, es el nombre de esta obra que afortunadamente no ha desaparecido, pero tampoco restaurado, tiene el sello de perderse; Pachuca no tiene espacios públicos seguros ni mucho menos una escenografía urbana bella. El caos en las construcciones y las vialidades destruyen la poca belleza que hubiera tenido este pueblo minero en desgracia; la autoridad cultural, no conoce estas obras, las minimiza y promueve arte urbano, en clara contradicción, con el trato a la pintura mural con mayores elementos estéticos que los grafitis callejeros.
Brochazo
Imposible no mencionar al pintor pachuqueño Jesús Becerril, obra conservadora y sacra. Afortunadamente la podemos encontrar en algunos edificios, donde tal vez por su mensaje fue resguardada dentro de muros y no se le expuso a las inclemencias del clima, ni a la furia de hordas incultas, que atentan contra la cultura patriarcal dicen, dicho sea de paso, el reloj las recuerda; así las pocas obras artísticas de los espacios públicos de Pachuca, están en el olvido, por ignorancia; esperemos la idea de llevar el graffiti a palacio de gobierno y desaparecer algunos rostros de la obra de Don Chucho Becerril y convocarlos para que ellos rescaten los murales de Hernández Delgadillo y Maya Hernández.
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