La partida de Jorge Martínez López orilló a varios integrantes del gremio periodístico a ver hacia atrás en el tiempo, quizá como un ejercicio colectivo que nos permita encontrar alguna respuesta sobre su prematura partida.
Entré al periódico Síntesis Hidalgo por allá del 2003, cuando solamente había dos diarios en la entidad. En ese tiempo estaba por salir a la circulación la primera versión de Milenio Hidalgo, por lo que las redacciones experimentaban cambios en su personal. Algunos llegaron, otros se fueron. Yo entré a Síntesis, Jorge Martínez salió. No coincidimos en la misma oficina, pero sí lo hicimos en el trabajo reporteril cotidiano.
Recuerdo conversaciones con él previo a innumerables conferencias de prensa o esperando sesiones del instituto estatal electoral. También vienen a mí recuerdos cuando eramos testigos de aquellas pasarelas de priistas notables en el edificio de Colosio, en tiempos en que el partido tricolor era la aplanadora.
Lo recuerdo también en el Congreso, entrevistando a legisladores o simplemente platicando con ellos. Después, al leer al otro día sus notas, me enteraría del tema de sus conversaciones. Aprendí de su forma de hacer periodismo y de su visión crítica. No estaba conforme, frecuentemente se quejaba y hablaba de los errores que cometían los servidores públicos, los políticos mediocres que exhibían sus limitaciones en tribuna.
Con los años, Martínez me brindó su amistad. Un día me invitó a su boda en algún lugar de Chilcuautla. El festejo, sencillo, cálido, así como era él. Ahí conocí a su esposa y a su hijo Emiliano. Después, seguimos encontrándonos en el trabajo cotidiano.
En esa etapa coincidimos en un par de foros a donde nos invitaron para hablar de las coyunturas políticas del momento.
Otra faceta que compartimos fue él en su papel de vocero o responsable de comunicación social y yo de reportero que cubría a sus representados. Recuerdo su trabajo con José Guadarrama cuando fue candidato a gobernador. Eran tiempos en los que el PRI mantenía su férreo dominio sobre la oposición y sobre cualquier cosa. En ese entorno complicado, Martínez hizo un trabajo de tejido fino para acercarse y lograr espacio en los medios de comunicación.
Más tarde, recuerdo su efímero paso en la dirección de comunicación social de la alcaldía de Pachuca, en el gobierno de la panista Yolanda Tellería.
Jorge Martínez tenía la facilidad de regresar al diarismo después de hacer trabajo desde la trinchera de la comunicación política. Así, después de estar en el ayuntamiento capitalino, transitó a nueva etapa escribiendo en las páginas de un diario local.
En uno de los últimos episodios en que coincidimos fue en la antesala de unas entrevistas pactadas con Claudia Sheinbaum, a propósito de una gira en Hidalgo, cuando competía en la interna presidencial de Morena. En ese momento estaba incubándose el proyecto periodístico que después le tocaría dirigir.
Antes de despedirse de este plano terrenal, volvimos a encontrarnos mientras él ya tenía una nueva encomienda: liderar la dirección de comunicación social del gobierno estatal. Le desee lo mejor y lo felicité. La última vez que lo vi fue en un desayuno convocado por el secretario de Gobierno. El encuentro, seguramente gestionado por él, fue para acercar a los periodistas con quien lleva las riendas de la política interior, en un momento álgido para la actual administración estatal. Así era él, sabía cómo tender puentes cuando era necesario.
El pasado miércoles, durante su despedida en una funeraria al sur de Pachuca, corroboré que su bonhomía no era una cualidad que solo yo apreciaba, sino que era virtud que le permitió cosechar innumerables amistades. A la vista estaba el resultado de una vida dedicada al trabajo periodístico, pero también de su afán por conducirse con integridad.
La noche del miércoles 9 de julio me despedí de él, al lado de su familia y de sus amistades que tanto lamentamos su partida. Pero me quedo con su calidad humana, con su visión crítica, y con su afán por mejorar las condiciones del gremio. Hasta siempre, tocayo, más adelante seguro nos volveremos a encontrar.
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