Padre de niñas del caso Zimapán cumplirá tres años sin verlas

Mario Alfredo Espinoza es padre de las niñas del “caso Zimapán”, y desde que inició el conflicto legal, el 17 de junio de 2022, no ha podido ver a sus hijas.  

En entrevista, Alfredo narró que se casó con Jaqueline Trejo Leal, con quien su plan era formar una familia y compartir su vida; pero eso no fue posible ya que con el paso del tiempo y la convivencia diaria, la relación se deterioró debido a que el actuar de ella no era correcto; no daba los cuidados que las niñas necesitaban.

A ello se sumaron las discusiones que hacían que su hogar no fuera un entorno sano para las menores. Luego Mario decidió divorciarse.

Dos años después de su divorcio, Espinoza recordó que decidió irse a vivir a Estados Unidos (EU), pues en su pueblo natal no encontró condiciones para seguir dando sustento a sus hijas y exesposa.

Desde el extranjero mantenía relación con las pequeñas mediante videollamadas y respondía a las solicitudes económicas de Jaqueline hasta que en diciembre del 2022 una llamada cambió el rumbo de su vida.

Recordó que su cuñada Ailén fue quien le llamó para decirle que sus hijas habían sido violadas por sus hermanos y cuñadas y que necesitaba dinero para realizar el examen necesario para comenzar la denuncia.

Mario, preocupado y al no tener muy claro como pasaron las cosas, pidió el apoyo de su hermana, para que fuera ella quien llevara el dinero y se enterara de lo que estaba ocurriendo y cómo estaban sus hijas.

Luego, lo que su hermana le compartió fue contundente. Espinoza concluyó que algo malo estaba pasando con las niñas y su familia, pues su hermana le contó que fue testigo de inconsistencias y manipulación por parte de la madre y de la tía.

Entonces Mario tomó la decisión de viajar a México, dejando su trabajo y su vida en EU. Una vez en territorio nacional, buscó tener contacto con la mamá de las niñas para saber qué había pasado, pero esto fue imposible. Fue ahí donde, considera, comenzó su calvario legal y emocional, tanto para él como para las niñas.

Sobre cuál fue entonces el siguiente paso, Mario Alfredo relató que solicitó a las autoridades ver a sus hijas con la finalidad de apoyarlas y acompañarlas en este proceso, sin embargo, las niñas fueron llevadas de refugio en refugio para que nadie tuviera contacto con ellas.

A través de sus abogados el padre de las victimas fue notificado que Jaqueline, la madre, había negado todo permiso para que él pudiera tener acceso a las niñas y no le permitieron el ingreso al albergue de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevimtra).

En esa circunstancia, fue que decidió acudir a las audiencias y leer todo lo que se publicara del caso, ya que era la única forma en la que se enteraría de lo que estaba pasando. También, en ese momento, confirmó que sus sospechas eran verdad respecto a su exesposa. Descubrió que Jaqueline tiene una condición psicológica que la hace ser una persona no autosuficiente.

Mario Alfredo también corroboró que sus exsuegros, al fallecer, dejaron una herencia administrada por sus cuñados Ixshell y Arturo y ellos se encargarían de velar por las niñas y exesposa, sin embargo, consideró que ese fue el problema que le generó todo el sufrimiento a la familia, a las niñas, a los hermanos y en general a la familia.

Confiesa que nunca imaginó que este hecho terminaría con la tranquilidad de sus hijas y que les destruirían sus vidas.

En ese punto expuso que, a pesar de todas las evidencias a su favor, no ha logrado que las autoridades le permitan tener a sus hijas a su lado y llevarlas a su seno familiar, donde las esperan sus abuelos paternos, su tía y su nueva familia.

Alfredo sostuvo que ha demostrado la manera en que ha cubierto totalmente, mes a mes, el pago de la pensión para sus dos hijas, que tiene un hogar bien cimentado por lo que incluso, fue calificado como apto para tener la guardia y custodia de las niñas.

Pese a ello, las autoridades estatales le dijeron que sus hijas estaban en un refugio en la CDMX y por lo tanto él tenía que reiniciar un juicio en la ciudad para que se las entregaran. Lo hizo, pero Jaqueline firmó su salida voluntaria y de ahí comenzó una investigación personal para encontrarla.

Otra línea para llegar a las niñas fue la búsqueda a través de la Secretaría de Educación Pública, pero no hay datos que revelen dónde estudian.

Así han pasado casi tres años, solo hay rumores de su paradero, incluso se sabe que ellas podrían estar en Querétaro.

A finales de marzo del 2025 la esperanza de reencontrarse con sus hijas renació para Mario Alfredo al recibir una llamada por parte del DIF para solicitarle unos datos de sus hijas. Él preguntó dónde estaban y le dijeron que, en esa institución, pero en Querétaro.

De inmediato se trasladó a ese estado donde solicitó información, incluso habló con el procurador del estado, sin embargo, todos negaron que sus hijas estuvieran en ese lugar.

En estos momentos, se encuentra sin un rumbo fijo, solo cuenta con un número de expediente que por casualidad escuchó, pero nadie le da la razón. Su desesperación lo ha llevado a solicitar apoyo a diversas instituciones que protegen a los derechos humanos, de los niños y las niñas, con la esperanza de que alguien le dé apoyo y por fin cumplir sus sueños de abrazarlas otra vez.

Sobre el tratamiento mediático del caso, Alfredo pidió dejar de dar datos explícitos y gráficos de los supuestos hechos pues han dañado la imagen de sus hijas.

“Me duele, me enoja que las niñas sean expuestas de esa manera, y nadie ha hecho nada para detener eso, nadie, ninguna autoridad y yo ya no sé que hacer, solo exijo que me entreguen a mis hijas para que yo las pueda proteger de todo esto, pues ellas son víctimas de su familia y víctimas de todo el sistema”, sostuvo Mario Alfredo.

En relación con el proceso legal,  Espinoza acusó que se han modificado los dictámenes, lo que lo llevó a interponer una demanda contra uno de los médicos que hizo uno de los tantos dictámenes, el que se ha hecho público y que a partir de ahí su tía ha dado a conocer que a las niñas les han realizado un sinfín de cirugías, pero no hay datos ni pruebas de eso.

“Yo ya quiero ver a mis hijas y hacerme cargo de ellas, apoyarlas para que esta pesadilla se les olvide con el acompañamiento de sus abuelitos y de toda mi familia, allá en mi pueblo donde crezcan con amor y respeto, donde nadie las reconozca y evitar así que puedan lastimarlas”, enfatizó Espinoza.

Al final de todo esto, Mario Alfredo pidió que si hay algún juez o autoridad que pueda hacer pagar a quien tenga que pagar por los delitos contra sus hijas, se haga, solo así podrá confiar en la justicia mexicana.


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