Por: Dino Madrid
Hay quienes critican para construir, y hay quienes lo hacen para destruir. A simple vista, parecen iguales: ambos levantan la voz, cuestionan decisiones, señalan errores. Pero basta escarbar un poco bajo la superficie para notar que no caminan por el mismo sendero. Uno porta el cincel del pensamiento crítico, el otro empuña el hacha de la difamación. Uno quiere mejorar la causa común, el otro solo quiere verla arder.
El apoyo crítico nace del compromiso. Es el acto de quien, aun estando dentro del mismo barco, no teme señalar que hay goteras, que el timón se desvía o que el rumbo podría afinarse. No lo hace por protagonismo ni por revancha, sino porque entiende que la crítica no es traición, sino una forma madura de lealtad. Quien apoya críticamente asume que el poder debe estar siempre bajo observación, incluso —y, sobre todo— cuando ese poder es cercano o afín. Esa es la ética del que quiere que las cosas salgan bien, aunque eso implique incomodar.
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En cambio, el que solo especula y difama no construye nada. Su crítica no nace de una convicción ideológica, sino de un cálculo oportunista. Habla sin datos, acusa sin pruebas, insinúa sin responsabilidad. No le interesa corregir el rumbo, le interesa confundir al pasajero. Se presenta como “crítico”, pero actúa como saboteador. Cambia de discurso según sople el viento, y lo único que mantiene firme es su propio ego.
La diferencia entre uno y otro no está en el volumen de sus palabras, sino en la honestidad de sus intenciones. En tiempos donde la política se libra también en las redes sociales y los micrófonos, es crucial aprender a distinguir al inconforme que quiere mejorar de aquel que solo quiere manchar. Porque la crítica honesta es una vacuna, mientras que la calumnia es un veneno.
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Y aunque a veces parezca que ambas cosas se confunden, el tiempo —ese juez implacable— siempre termina revelando quién hablaba por convicción y quién lo hacía por conveniencia. Porque al final, la política no solo se juega en las urnas: también se juega en la conciencia.
MHO
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