Llegar a la recta final de un año provoca muchas veces una sensación de agotamiento, cansancio y hasta de hartazgo; se experimentan cambios radicales de ánimo, estrés escolar, tensiones en el hogar o en el trabajo provocadas por la acumulación de meses y con ello de actividades, tareas y responsabilidades que no se gestionaron adecuadamente, donde la falta de motivación e irritabilidad son algunas de las señales de auxilio.
El burnout, conocido como el síndrome del trabajador quemado o de desgaste profesional, es un estado de estrés crónico o insatisfacción laboral manifestado comúnmente con agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes en el trabajo.
El tema escaló hasta llegar a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que reconoce en 2019 al burnout como enfermedad; en correlación, ahora se habla del burnout académico, que se caracteriza por el agotamiento que afecta la capacidad y motivación relacionada con el estudio, lo que provoca bajo rendimiento escolar, el símil es el síndrome del estudiante quemado.
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Es una realidad que las esferas personal y académica tienden a solaparse, el abuso en el uso de las pantallas y dispositivos electrónicos, hábitos sedentarios, falta de horarios establecidos, multiplicidad de roles en el hogar o irregularidades en el sueño, detonan estrés en el estudiantado.
Pero ojo, porque no todo es burnout académico, pues se liga estrechamente a condiciones personales y es multifactorial.
Los síntomas más comunes son el agotamiento continuo, falta de concentración en clases, ausencia de creatividad, aislamiento, irritabilidad, pérdida de la confianza para realizar labores académicas, desinterés, sentir aburrimiento, incumplimiento y tensiones en el cuerpo que pueden llevar a dolores de cabeza o musculares.
La desmotivación es un elemento clave para ponerse alerta ante el burnout académico y poder actuar, ya sea como profesor o como padre de familia, algunas recomendaciones de autocuidado que pueden mitigar este trastorno tienen que ver con generar horarios de estudio, identificar prioridades escolares y personales, practicar hábitos de alimentación saludable, y brindarse tiempo personal.
El descanso es fundamental, por eso las pausas académicas como las vacaciones, son bocanadas de aire fresco para reiniciarse y aplica para el estudiantado, cuerpo docente y demás trabajadores, los periodos vacacionales son fundamentales para el buen funcionamiento escolar y contribuyen al éxito académico.
Muchos estudiantes no saben que atraviesan por este proceso y es momento de hacer caso a ese llamado de atención que hace tu cuerpo o tu mente, por esto, si ya gozas de un periodo vacacional o estás a un paso, ¡disfrútalo! de la manera que quieras o que se pueda, la finalidad es alcanzar ese descanso.
Si reconoces algunos de estos factores detonantes, es fundamental que recibas atención, puedes acercarte al área de psicología o psicopedagogía de tu escuela, o bien, acudir a un especialista en materia de salud mental, el primer paso es no sentir pena o miedo, a cualquiera nos puede pasar.
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