Cuando William Blake escribió en “Proverbs of hell”: “the road of excess leads to the palace of wisdom…/ You never know what is enough/ until you know what is more than enough” que en español sería algo así como: “El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría…/ Nunca se sabe lo que es suficiente/ hasta que sepas qué es más que suficiente”, estaba dejando en claro que sufría un tipo de trastorno mental, pero no sólo eso, también estaba sembrando una larga fila de seguidores que tomaría estos versos, instintiva u objetivamente, como ruta de guía para destruirse.
Para Sergio de Dios González, “nuestro vacío emocional nos recuerda que hay algo que no logramos completar, algo que nos llena de inestabilidad y frustración. Podemos intentar llenar ese vacío con excesos, bebiendo alcohol hasta que los sentidos se nublen, machacándonos en el gimnasio, comiendo emocionalmente o comprando de manera compulsiva, pero la sensación de desesperanza después de realizar estas conductas seguirá o incluso aumentará.
La sensación de vacío puede producirnos bloqueo emocional, que es lo que termina impidiendo que nos enfrentarnos a nuestra realidad, llevándonos a una vida de desorden para cubrir nuestras carencias. La lucha contra el vacío emocional no es fácil, pero los excesos no son la solución”.
Al respecto, un artículo del portal psico.mx dice que: “Cuando una persona necesita “llenar” una carencia profunda con elementos externos, logra evadir su vacío interno, pero de manera transitoria. Por este motivo, recurre una y otra vez a aquel elemento que le satisface para generar una descarga de endorfinas que le produzca placer y entrar en el círculo de la adicción.
Cuando hablamos de “elementos externos” no nos referimos exclusivamente a drogas o alcohol. Hablamos de hábitos cotidianos socialmente aceptados como ir de compras, usar el celular, comer o ir al gimnasio. ¿Cuál es el problema? El exceso.
“El juego problemático, las relaciones sexuales descontroladas o las compras compulsivas aumentan la dopamina en el cerebro como lo haría el consumo de sustancias psicoactivas, llevando a una sensación de euforia”, indica la Asociación Psiquiátrica de América Latina en el estudio Las adicciones no relacionadas a sustancias.
“Si en la familia existe un historial de adicción, es importante vigilar porque puede haber predisposición genética; pero también cuenta el entorno, los patrones de comportamiento aprendidos y la cultura”, explica la psicóloga, Paola Andrea Velásquez”.
En estos días de puente laboral, entrando a la última recta del fin del 2025, pensar en este tipo de cosas quizá sea ocioso, o tal vez no, puede ser quizá un freno mental para detenernos en nuestros impulsos, ser prudentes con el consumismo, ponderar qué tanto podríamos excedernos, no dejarnos ir por la marea, por lo que observamos o hemos vivido en otras épocas como estas. Entre la inmensidad del pasado y el futuro, vivamos el presente con la plena consciencia de las consecuencias de nuestros excesos, con la seguridad de que ellos tal vez nos conducirán a un palacio en donde no nos gustaría habitar.
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