El contexto global, nacional y local es abrumador. La reciente victoria de Trump ha generado un ambiente de preocupación particularmente para las personas que trabajamos por los derechos humanos, los feminismos o tenemos una visión política de izquierda.
Aunque su llegada estaba más que anunciada y prevista, la materialización nos pone en el horizonte una serie de cuestiones y problemáticas que tendremos que afrontar ante un hombre con un equipo que está en contra de cualquier avance en materia de derechos de mujeres, personas LGBTIQNB+, migrantes etc.
Nos está tocando una época en la que el poder está virando de nuevo a los conservadurismos a veces muy visible como en Estados Unidos, Italia, Argentina pero que en las izquierdas y movimientos de derechos también está siendo tangible.
Además de tener que mirar hacia el norte, mirar nuestro país y nuestro estado también resulta caótico. Están realizando una serie de reformas constitucionales y a las leyes que están pasando de forma tan apabullante que ni para las personas que nos dedicamos a entenderlas nos da chance de pensar las implicaciones que tendrán.
Hay cambios que se están dando y que serán claves como la elección de ombudsperson a nivel nacional, así como de Fiscal General de Justicia y cuya decisión recae en un Senado que todos los días da señales de no entender ni siquiera lo que han aprobado y que genuinamente me da coraje y miedo. Coraje porque la población no merece en absoluto, esa representación y miedo porque si ni elles mismes están claros de lo que pasará cuando este tren bala de reformas se detenga y tengamos que ver los estragos.
En lo local, en Hidalgo el silencio extraño alrededor de las violaciones a derechos humanos que están sucediendo, no genera una sensación de protección sino de temor y de desconfianza frente a la posibilidad de nombrar el problema y hacernos cargo, porque de forma responsable nos toca también a nosotres como sociedad actuar.
¿Qué hacer ante un panorama tan sofocante?
Porque la realidad es que el que pasen tantas cosas al mismo tiempo tiene una reacción en nosotres y es inmovilizarnos, pasmarnos porque pareciera que no hay un horizonte, ni un camino. Pero si creo que es momento de guardar la calma, en el sentido de controlar el miedo y pensar, porque si hay horizontes y caminos posibles y hoy más que nunca necesitamos recuperar los espacios comunitarios para defendernos.