Hace unos días fui a comer con una de mis sobrinas, durante la comida me platicaba que no tiene ningún interés por la política pero que sí le interesaba saber las consecuencias para nuestras vidas de una aprobación de la reforma judicial. La pregunta me agarró por sorpresa y no sé si en el momento lo hice bien pero eso me puso a pensar en que no hemos dimensionado lo que podría ocurrir.
Mi sobrina está en los inicios de sus años veinte, ella vive en un México muy distinto al que me tocó vivir a mí cuando yo tenía su edad, a ella ya le tocó un México más democrático y más abierto al mundo, ella no sabe lo que es vivir con crisis económicas recurrentes y nunca ha conocido inflaciones de dos dígitos. En muchos aspectos, México hoy es un mejor país que hace 30 años. Esto fue posible gracias a que se empezó a construir un México más institucional, con mayor libertad económica y con una democracia liberal, no se quiso inventar el hilo negro, iniciamos el camino que hace más tiempo iniciaron países que hoy se consideran desarrollados. Pues bien, con los cambios propuestos a la Constitución ese México puede terminar y no precisamente para iniciar algo mejor.
Me voy a centrar en los dos cambios que considero que tienen mayor impacto sobre nuestra economía, la reforma judicial y la desaparición de organismos autónomos. Uno de los ingredientes necesarios para tener una mejor economía es tener un buen Estado de Derecho, muchas de nuestras transacciones económicas se basan en la confianza pero a veces esto no es suficiente y se necesita que el gobierno garantice que las disputas se van arreglar de la mejor manera posible, si yo hago un trabajo para alguien, confío en que ese alguien me va a pagar al término. En caso de que no fuese así puedo ir a un juzgado en donde, de tener la razón, voy a recibir lo que me corresponde. Cuando la justicia funciona bien, las personas tienen más incentivos para invertir, cuando la justicia funciona mal sucede lo contrario. La inversión importa mucho porque esa va a ser la base de nuestro crecimiento económico futuro.
El problema con la reforma judicial es que, a decir de expertos, no nos garantiza una mejor procuración de justicia y sí provocaría un debilitamiento institucional. Al tener un poder judicial más débil o cooptado, la confianza en el país es menor y en consecuencia la inversión baja. No es que no vaya a haber inversión, inversión hay hasta en los países con regímenes autocráticos, pero lo que sí es seguro es que esta va a ser menor a la que se tuviera con un país de instituciones fuertes. El problema no es que se elijan a los jueces por medio del voto popular, el problema es que la consecuencia de esa acción no mejora nuestro sistema de justicia y posiblemente lo empeora.
Una de las primeras consecuencias que tendría una aprobación tanto de la reforma al poder judicial como de la reforma que desaparece a los organismos autónomos sería una revisión de nuestra calificación por parte de las calificadoras. Esto es especialmente grave en un entorno de déficit alto, de gastos creciendo mucho y de ingresos creciendo poco. Esto podría generar una reducción de nuestra calificación lo que haría subir las tasas de interés, con un riesgo país mayor se vuelve más difícil financiar deuda, si el gobierno toma deuda en peores condiciones va a tener que desembolsar más recursos que antes, ese dinero que se usa para una cosa no se puede usar en otra, el gobierno tendría que escoger que no darnos. Muy probablemente el tipo de cambio subiría y si el cambio es grande esto traería problemas a las empresas porque su estructura de costos cambiaría, si los costos de las empresas suben de manera importante, en algún momento se verá reflejado en el precio de los bienes y servicios. En resumen, nuestro bienestar se vería reducido.
Pero hay algo igual o más grave, tanto la reforma al poder judicial como la desaparición de los organismos autónomos pone en riesgo el TMEC, que es nuestro tratado comercial más importante. Muchas de las acciones y beneficios del TMEC descansan en la justicia, si la impartición de justicia empeora, hacer un tratado con nosotros se volverá menos atractivo y, de lograrse, los costos serían más altos. Las empresas americanas que están en México dan empleo a 10 millones de mexicanos, casi todos esos empleos son empleos formales. En lo que va del año, la gran mayoría de la inversión extranjera en México son reinversiones, las empresas no se llevan el dinero sino que apuestan por quedarse en México y crecer. Ahora, de toda esa reinversión prácticamente la mitad son de empresas estadounidenses y canadienses. De ese tamaño es el fuego con el que estamos jugando.
Parece que todavía no dimensionamos lo que puede suceder con la economía mexicana de aprobarse esas reformas, de menos unas buena recesión, de más una crisis económica como la que mi sobrina nunca ha vivido.