De manera simple, la juventud es la etapa de la vida posterior a la niñez, pero anterior al periodo de adulto, pero esta categoría posee una connotación por demás extensa, y es precisamente en los jóvenes sobre quienes descansa la apuesta para hacer frente a los desafíos de una sociedad cada vez más compleja con mejores prácticas y soluciones innovadoras.
La ONU proclamó el 15 de julio como el Día Mundial de las Habilidades de la Juventud, para divulgar la importancia de impulsar a los jóvenes a través de la adquisición de habilidades y destrezas, que les permitan acceder al mercado laboral global.
Muchos tópicos relacionados con la juventud se tocan en esta celebración, y para 2024 el lema es: “Formar a docentes, formadores y a la juventud para un futuro transformador” justo con lo que arranca esta columna, con el posicionamiento del joven ante el futuro.
Si bien la conmemoración tiene como tarea fundamental el sensibilizar sobre este sector de la población, también invita a la reflexionar y concientizarse de que, teniendo tanto potencial, es un grupo vulnerado con relación a desempleo y oportunidades laborales.
Y en este contexto, ¿Porque voltear a ver a docentes y formadores? los jóvenes se encuentran en la última etapa de formación de su vida, donde la figura del maestro es determinante, es una de las personas más influyentes después del hogar, contribuye a moldear la personalidad y es un verdadero agente de cambio social.
Hoy en día, a la par de acercar el conocimiento, se busca el desarrollo de habilidades y destrezas, donde el docente debe convertir su aula en un verdadero espacio de reflexión, debate y descubrimiento; el papel del docente es insustituible, es transformador de vidas.
No debemos perder de vista que, los sistemas educativos actuales deben responder a las necesidades de aprendizaje e integración de muchos jóvenes y no siempre es así, por ello la apuesta, entre otras estrategias, es la formación docente con la intensión de contribuir a un futuro transformador desde el aula.
Ser joven es sinónimo de progreso y futuro, por eso es que muchas organizaciones, colectivos y gobiernos en el mundo impulsan a este sector para que sean líderes, influyentes en sus comunidades y el mundo, pero, sobre todo, que tengan claros sus objetivos de vida y los cumplan, los cambios en el mundo son imparables y es la juventud quien debiera tener más con qué afrontarlos.
La experiencia de ser joven no se condiciona a un rango de edad, pues varía por país o por región en el planeta, la juventud es capaz de cambiar al mundo y ojalá que esa libertad, ímpetu y fuerza que caracterizan a la juventud abra nuevos caminos, porque como decía Rubén Darío: “Juventud, divino tesoro”.
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