Las recientes lluvias en la zona metropolitana de Pachuca han dejado al descubierto una vez más la problemática persistente de baches y una infraestructura urbana deficiente, evidenciando la ausencia alarmante de la autoridad municipal.
Este panorama desolador ha dejado a miles de automovilistas luchando no solo con los baches, sino también con el caos vehicular, mientras que peatones, incluyendo mujeres y niños, navegan por calles sin banquetas, expuestos a los peligros del tráfico y las inclemencias del clima.
La situación se agrava cada día que pasa bajo la lluvia, donde la cortesía y el civismo de la ciudadanía son los únicos blindajes contra el colapso total. Y mientras la población hace malabares para coexistir en medio de este caos, lo único evidente es la ausencia de quienes deberían estar solucionando estos problemas: las autoridades.
Resolver esta crisis no requeriría medidas extraordinarias: la asignación de agentes de tránsito en puntos críticos y la reparación de los baches más destructivos podrían aliviar significativamente el sufrimiento diario de los ciudadanos. Sin embargo, parece que la falta de empatía y la incompetencia se han asentado en las oficinas municipales, dejando a la población desamparada y sin respuestas.
Pero si usted requiere el servicio de una patrulla vaya a Plaza del Valle, donde siempre hay una unidad más dedicada a la extorsión de las personas que se pasan el alto que a la vigilancia.
Pero no se olvide de la apatía mostrada por municipios vecinos como Mineral de la Reforma y Zempoala, donde las instalaciones municipales están distantes de muchos de sus habitantes, que solo añaden a la frustración general.
Esta situación plantea preguntas cruciales sobre el propósito y la eficacia del servicio público en la región: ¿Para qué sirven realmente los cuerpos de policía y tránsito? ¿Existen aún servicios municipales funcionales, o son meramente decorativos? ¿Por qué se prefiere el juego de culpas entre instituciones en lugar de una solución efectiva y coordinada?
La pregunta más grande de todas, sin embargo, sigue sin respuesta: ¿Para qué quieren estas autoridades estar en el servicio público si no es para servir al público? La ciudadanía de Pachuca merece y exige mejores condiciones. Es hora de que aquellos en el poder recuerden sus obligaciones y actúen no solo como funcionarios, sino como verdaderos servidores públicos. El estado de nuestras calles y la seguridad de nuestros ciudadanos dependen de ello.
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