El domingo cuando fui a votar lo primero que se notaba a la entrada de la escuela en donde se encontraba mi casilla eran largas filas, en distintas redes sociales se mostraban fotografías que daban cuenta que mucha gente había salido a votar, estábamos ante la posibilidad de romper nuestro record de participación que es de 64.4%, no pasó, de hecho nos quedamos algo lejos, pero se intentó.

Me quedé con la percepción de que ha sido un exceso echar a competir en una gran elección muchos cargos, podrá salir más barato pero no sé si vale el ahorro. Durante las campañas se nos bombardea con tanta información que se hace realmente difícil, ya no digamos analizarla, sino tan solo atenderla, tengo que reconocer que cuando me dieron mis boletas yo no conocía a la mitad de los candidatos ni siquiera de nombre. Por otro lado, se pierde la perspectiva, los diferentes cargos realizan tareas distintas y los problemas y soluciones son también distintos, al juntarse tantos cargos ya no hay mucho debate sobre lo que hacen unos y hacen otros y los problemas nacionales terminan opacando a los municipales, tan importantes unos como otros.

Hoy sabemos que Morena se llevó la presidencia de la república y, hasta donde se presume, la mayoría calificada en las dos cámaras, si resulta ser así, esto es algo que no se veía en México desde el siglo pasado, tal vez cuando los expertos analicen las razones de lo ocurrido no sería descabellado pensar que hacer elecciones muy grandes le dé una cierta ventaja al partido más popular. Si es difícil analizar tanta información y si nos ponen mucha información enfrente y hay que decidir rápido, nuestra mente nos dirá que no nos compliquemos la existencia y tachemos todo igual. Muchas de las personas con las que platiqué en el transcurso del domingo no sabían el nombre de la persona por la que votaron para presidente municipal pero ya habían votado por él.

México tiene por delante muchos retos económicos difíciles, después de la pachanga que terminó antier van tener que lidiar con una desaceleración, EEUU tendrá elecciones en unos meses, la llegada de Trump podría deteriorar la relación comercial con México y cada día que pasa aumenta la probabilidad de un menor crecimiento allá lo que sería una mala noticia acá. Apenas sentándose en la silla presidencial Claudia Sheinbaum va a tener enfrente dos decisiones económicas complejas, una es cómo bajar de manera importante el déficit para el 2025, las finanzas públicas están muy presionadas y ponerles más presión no parece una buena idea. Luego tendrá que ver cómo hacer ingresar más dinero, va a tener que decidir si se anima a hacer una reforma fiscal o no, cobrar más impuestos parece eminente y tiene los votos para hacerlo, no tiene pretexto.

Todo parece indicar que se queda el mismo equipo en la Secretaría de Hacienda, esta creo que es una decisión correcta, si llegase un equipo nuevo se perdería tiempo valioso, los que están ahora conocen muy bien las finanzas públicas, la deuda y sobre todo la bomba de tiempo que es Pemex, si algún problema apareciera serían los más indicados para resolverlo.

No van a ser tiempos tersos y para muestra lo que sucedió un día después de la elección al conocerse que Morena podría tener los votos para poder cambiar la Constitución, a los mercados no les gustó esto ya que temen que se puedan hacer cambios que deterioren el ambiente de los negocios en México o cambios que impacten negativamente en el crecimiento económico futuro, durante el lunes el peso se depreció de manera importante para alcanzar niveles de $17.70 pesos por dólar, niveles no vistos desde 2017, la Bolsa Mexicana de Valores también la paso mal y tuvo una de las mayores caídas de los últimos años, caída que se puede comparar con las ocurridas durante la crisis financiera global de 2007-2008 o la pandemia. Biva, que es la otra bolsa de valores mexicana, incluso tuvo que suspender actividades unos minutos. Esta fue la forma en que los mercados recibieron el regreso del poder absoluto en México.