Por Dino Madrid
En este texto hago referencia implícita sobre “perder la capital” -específicamente la capital de Hidalgo-, ya que en el año 2020 los ánimos de confianza precipitaron la esperanza de las y los pachuqueños, e hicieron que el PRI y sus aliados volvieran a gobernar la capital, pero no se reduce únicamente a la capital hidalguense, sino a todos los municipios del estado.
El triunfo electoral del PRIANRD en Hidalgo –en una coyuntura donde el obradorismo avanza fuertemente en todo el país– tuvo muchas paternidades, fuego amigo, traiciones y complicidades para que el movimiento de la Cuarta Transformación solo tuviera unas cuantas victorias de 84 posibles, luz naranja de que la batalla político electoral que está por venir el próximo 2 de junio no será ni medianamente fácil, como muchos quienes nadan en el mar del exceso de confianza vaticinan.
En el marco del proceso electoral concurrente de este año, las y los candidatos de Morena ya se promueven en todos los medios a su alcance entre el triunfalismo que prevalece por la amplia ventaja que le otorgan las encuestas al movimiento fundado por Andrés Manuel López Obrador y a la tribulación que viven -un día sí y al otro también- con su candidata, su coalición y los dirigentes de dicha coalición.
Entre la confianza legítima y los excesos de confianza hay una línea muy delgada, ya que tal pareciera que en la práctica política actual existe una suerte de ilegítimo acomodo, que dificulta entender que, confiar para que las cosas funcionen, está bien; pero desconfiar para que funcionen mejor y corregir aquello que hay que corregir, es siempre, un imperativo de razón.
Anclarnos a la innegable simpatía y aceptación con la que cuenta el presidente Andrés Manuel López Obrador y pensar que eso es suficiente para conseguir triunfos político-electorales, es una apuesta –por decir lo menos– inocente.
Hoy requerimos alejarnos del photoshop y las quesque consultorías que se basan en los peinados engominados y el reflector; debemos recurrir a la suma de viejos aliados; recuperar a los liderazgos políticos de nuestro movimiento que durante los últimos años no han tenido voz ni trato político; se debe volver al origen, al trabajo de base; a la construcción y al fortalecimiento de los liderazgos de nuestro movimiento; debemos militar en los diferentes espacios de participación, y por supuesto, retomar la plaza pública.
En las tareas políticas venideras, se debe eliminar por completo el ánimo faccioso, encender las luces de precaución y actuar en consecuencia para no perder la capital de todas y todos los hidalguenses, si bien el adversario está herido, este acecha en la penumbra, tal cual lo hacía en el 2020.
Luego, hablaremos sobre gobernar, lo cual no es lo mismo que ganar una elección, hasta entonces.
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