En tiempos revueltos como son los actuales para la abogacía mexicana, tratada con hostilidad, cuando no frontalmente agredida, desde frentes con intereses diversos, por cuanto representa para el buen funcionamiento del Estado democrático de derecho; la mejor respuesta, alejada de la simple confrontación, está en la serenidad e inteligencia de los argumentos.
La descalificación irrespetuosa rebaja a quien la emite al nivel de quien lanzó el dardo. Además, nadie goza del conocimiento absoluto para negarse, cuando menos, a escuchar algo diferente.
De la prudencia, decía Baltazar Gracián (1647), “la mayor fortuna se hace con horas de previsión. Para los prevenidos no hay malas contingencias, ni para los preparados hay aprietos. El razonamiento no debe retrasarse hasta la ocasión crítica sino que debe anticiparse. Con la madurez del pensamiento cuidadoso hay que prevenir el tiempo más riguroso.
Haciendo honor al nombre, cercano su primer centenario, la Academia Mexicana de Jurisprudencia y Legislación, presidida por don Francisco Javier Gaxiola Fernández, abrió las puertas a la actualización al incorporar un nutrido y variado grupo de juristas, nueve mujeres y nueve varones, representativo de la experiencia, formación, desempeño y origen de la generación llamada a la defensa gremial del momento.
Sobria, sin exageraciones, la ceremonia de recepción a las y los supernumerarios, fue el mejor marco para dos profundas disertaciones de relectura obligada por los temas abordados:
En nombre de las ingresantes, Mónica González Contró, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM recordó: “durante mucho tiempo se sostuvo la idea de que el derecho era neutro, incluso se representaba a la justicia ciega. Durante las últimas décadas ha quedado en evidencia que esto no es así. La norma surge de una estructura de dominio, quienes la aplican comparten creencias, prejuicios y estereotipos y, más importante aún, a quienes se aplica experimentan asimetrías de poder.
El resultado es una justicia que no es justa y que tiende a favorecer a los poderosos, dejando en mayor vulnerabilidad a quienes están en una situación de desventaja, es decir, a personas y grupos históricamente discriminados que no han podido ver representados sus intereses en los órganos de creación, interpretación y aplicación del derecho. Es por ello necesario prestar atención a las condiciones del entorno y poner siempre en duda la imparcialidad de la norma [….] cuestionar constantemente la forma en que el derecho se crea, interpreta y aplica, siempre desde la perspectiva de los derechos humanos y el derecho a la igualdad y a la no discriminación.
De la contundente intervención del presidente del Poder Judicial del Estado de México, magistrado Ricardo Sodi Cuéllar, a nombre de los miembros recibidos, destaco dos afirmaciones: “La independencia judicial va más allá del acceso igualitario a la justicia, […] por lo que toda interferencia lastima las estructuras mismas de la sociedad, es un pilar fundamental para la convivencia armónica en la sociedad”. Y “Debemos rescatar los orígenes de nuestro federalismo y fomentar las autonomías locales, devolver a los estados la posibilidad de combatir sus problemas con una visión local y facultades para ello”.
Enhorabuena por la Academia y su compromiso nacional, y gracias por esta distinción para la abogacía hidalguense.
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