Hace 18 años, 19 de febrero de 2006, 65 trabajadores de la mina de carbón de Pasta de Conchos, ubicada en San Juan de Sabina, Coahuila, quedaron atrapados tras una explosión por acumulamiento de gases (metano). Solo 2 cuerpos, se recuerda, pudieron ser recuperados; hubo 11 mineros más heridos. La magnitud del siniestro impidió un anhelado rescate, que, por la profundidad y condiciones geológicas, era entonces imposible.
Pasta de Conchos era propiedad de Industrial Minera México S.A. de C, V. Tras siete días después del hecho, el secretario de Trabajo Francisco Javier Salazar, el gobernador Humberto Moreira y el presidente de la empresa, Francisco Javier García de Quevedo dieron a conocer pormenores sobre el cierre indefinido de la mina, futura recuperación de los cadáveres y reubicación de los lesionados.
El suceso fue ampliamente difundido en el país y, desde luego los puntos de vista sobre lo ocurrido se centraron en desear un misericordioso descanso a las víctimas y, al igual, solidaridad y apoyo a sus familiares.
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En Pachuca hubo pesar, dolor por lo ocurrido. Habría que dar un salto al pasado y recordar que, en el marco de la explotación minera, industria importante para la capital del estado, llegaron a registrarse hechos semejantes de acciones debajo de la superficie, con decesos, aunque no tantos ni en las mismas condiciones de Coahuila. Pero también los hubo.
El 19 de este mes que hoy termina, los familiares de los lamentablemente desaparecidos retomaron fueron parte de una misa, en otra efeméride que se conoce como antimonumento 65, en la ciudad de México. El obispo Raúl Vera expresó que la administración federal se quedó a medias en el cumplimiento de sus compromisos. Enfatizó que el gobierno contrató a quien no podía hacer la recuperación de los restos. “Creo que buscaban economizar. No lo sé, pero no fueron capaces de poner a personas con experiencia” en este tipo de asuntos “Mucha irresponsabilidad”, calificó.
En tanto, en tanto, Múzquiz, Coahuila, familiares y amigos, que no han olvidado, participaron en la misa anual, en el acceso a la mina. Ofició el sacerdote Hermenegildo Villalpando Gómez, quien está al frente de la parroquia Santa Rosa de Lima.
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Hubo mensaje en dos canales, rogar por la paz y tranquilidad de los parientes de las víctimas, así como reiterar el reclamo de rescate. Prendieron 63 veladoras por los obreros abatidos y se pasó lista con sus nombres y apellidos.
Hubo viudas que al exponer su desencanto mostraron que persisten entre la esperanza y la realidad. Se aludió al compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador de dejar un documento, con carácter de compromiso que responsabilice a su sucesor o sucesora a continuar con los trabajos y destinar el recurso.
Se explicó que ahora es la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la responsable, y a últimos días de enero pasado se precisó que se ha avanzado en un 40%. Una de las sensiblemente afectadas citó que lo deseable para ella es llenar la ausencia con los restos de su esposo colocados en un lugar digno, darle cristiana sepultura, para que junto con sus hijos lo visiten, le lleven un ramo de rosas y llorarle. Conmovió al decir: “No es lo mismo llevarle un ramo al lugar donde entró, pero no salió”. Lamentable saber que en este mismo 19, falleció Alicia Pecina Carrizales, y su esposo Jorge de Hoyos Márquez permanece atrapado.
Ojalá, para todos, conseja unánime, el tiempo sea presuroso y les tienda la mano.
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