En la edición que circula en México, la biografía novelada de Javier Corcobado tiene un precio de $650.00 pesos por sus más de 800 páginas y créanme que valen cada centavo. El músico español, nacido en Frankfurt, Alemania, durante 1963, es un personaje excesivo, algo salvaje, extremadamente sensible y un estupendo narrador.
Comienza el libro con una etapa intermedia de su vida en la que decide travestirse de mujer para entender su psicología y poder escribir canciones desde esa perspectiva; ese momento arroja instantáneas de lo que es protagonizar una existencia al límite y estar en el centro del underground -por más que tenga una relación de amor-odio-.
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En La música prohibida recorremos con minuciosidad los capítulos existenciales de alguien que partió desde una familia promedio de la clase media española del post-franquismo, que estudió en colegios particulares -muy religiosos- y que alcanzó una primera notoriedad siendo una figura juvenil de la patineta.
Hoy vive recluido en el país vasco -donde se estableció tras encontrar al amor de su vida- y la pandemia le llevó a dejarse llevar por la escritura como un torrente para recrear su relación con el oficio de músico ligado al punk y la escena oscura, provocador social y consumidor de diversos tipos de drogas -teniendo a la heroína por delante-.
Casi desde adolescente retomó un espíritu dadaísta para enfrentar al arte y fue sacudido tanto por France Gall como por los Sex Pistols y desde allí montó las bandas 429 Engaños, Mar Otra Vez, Demonios Tus Ojos, que en su tiempo fueron exabruptos de la vanguardia más rugosa y luego obtuvieron un halo de culto entre los seguidores del ruido y lo provocador.
A Corcobado le seducen también los boleros, la música ranchera y el sonido del theremin, además del feedback que puede generar con su guitarra Tormenta; con todo ello ha hecho una carrera que arrancó discográficamente a mediados de los ochenta y que tiene más de una veintena de álbumes dándole sostén.
No es sencillo dejar de lado que se trata de una especie de poeta maldito (tiene al menos 3 libros publicados y centenas escritos); es un crooner rasposo de voz grave que se ha movido en el filo más puntiagudo de la existencia y que le ha llevado a librar sobredosis, intentos de suicidio (se tiró de un quinto piso) y varios encontronazos con la violencia.
De la heroína lleva ya muchos años desenganchado y ahora no bebe ni fuma; posee la serenidad y una memoria prodigiosa para contar tantísimos detalles conmovedores, como lo es la parte de la vejez y degradación de sus padres… ¡vaya manera de hacernos reflexionar sobre la tercera edad y la descomposición humana!
La música prohibida también tiene una veta que le acerca a Las alas del deseo, esa obra maestra de Wim Wenders y en la que los ángeles andan vagabundeando entre los humanos y haciéndose un tanto desentendidos de sus tareas protectoras; Corcobado lo cuenta de la siguiente manera: “En realidad, este libro cuenta la historia de un serafín encarnado en persona que experimenta toda una vida dentro de un cuerpo que no sabe gestionar adecuadamente hasta que llega su madurez y asume su condición seráfica y humana tras la muerte de su padre, que se le aparece reencarnado efímeramente en mosca. La pareja de arcángeles es más protagonista de lo que parece”.
Punzante, erudita, atenta de la historia del mundo, La música prohibida (editada por Liburuak) es una obra cargada con toda la personalidad de su autor; un artista completamente singular y absolutamente poético que ha sido acogido por México con mucha pasión, tanta que residió en el país por varios años y lo visita con frecuencia (incluso vino a tocar a Pachuca en 2018).
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Revisó todos sus cuadernos de apuntes, preguntó a parientes y amigos, para luego sorprender con esta narración en tercera persona y seguir hasta el año 2063, en el que Javier Pérez Corcobado decreta su muerte a través de una sofisticada eutanasia e inmerso en un contexto de ciencia ficción.
En La música prohibida hay cartas, letras de canciones, entrevistas y fragmentos diversos para armar un enorme rompecabezas en el que lo radical alterna con conmovedores chispazos de humanidad. ¡Vaya poderío, sinceridad y deseos de contarlo todo!
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