Si, me gusta hablar de habilidades blandas. Esas que nos distinguen como personas, que marcan la esencia de un individuo, las que nos hacen amar, recordar, despreciar y hasta olvidar a alguien.
Estos rasgos distintivos de personalidad, se relacionan con la práctica integrada de aptitudes, inteligencia emocional, valores adquiridos y especial interés me ocupa la relación con otras personas, que hoy en día me parece más compleja.
Afortunadamente, es cada vez más común el hablar de habilidades blandas y de su positiva influencia en la vida, son esas propiedades personales o sociales que desarrolla cada individuo y que sin duda son determinantes de éxito.
Te recomendamos: Los números de PISA
Estas competencias suaves, y su desarrollo en cada individuo, provoca sobresalir en la escuela, el trabajo y en la vida misma, la lista es muy larga, se pueden traducir estos atributos, por ejemplo, en la capacidad para comunicarse, responsabilidad, proactividad, creatividad, honestidad, adaptación al cambio, resolución de problemas, gestión del tiempo y empatía, entre muchas otras.
En el campo educativo, las habilidades duras tienen que ver con la experiencia y el conocimiento académico curricular obtenido durante el proceso formativo formal, las blandas, son aquellas que se relacionan con la práctica integrada de aptitudes, son un diferenciador personal del alumnado.
En lo académico resultan tan importantes las blandas como las duras, y es de vital importancia incluirlas en los procesos formativos, no solo se trata de brindarle conocimiento al alumnado, sino de impulsar su crecimiento como personas.
Las habilidades blandas duran toda la vida, pero son difíciles de adquirir, los niños suelen desarrollarlas de manera natural relacionándose con otras personas y si una persona no las posee, puede entrenarse para desarrollarlas, conforme pasa el tiempo es más complicado adquirirlas, pero no imposible.
Es preciso reconocer, que estos rasgos de personalidad, facultan a los individuos para trabajar junto a otros con mejores resultados y para moverse en su entorno, también son definitorias para ocupar un empleo o escalar en el ranking laboral, para liderar tu propia empresa, desempeñar un cargo público, se mejora la integración en la comunidad a la par de fortalecer el tejido social, entre múltiples beneficios.
Muchos programas educativos en el mundo impulsan cada vez más el desarrollo y fortalecimiento de habilidades blandas en su estudiantado, y en general en su comunidad, son llamadas las habilidades del siglo XXI porque se enfocan en el desarrollo socioemocional del individuo.
Puedes leer: Noveno aniversario de la UTMiR
Ya no es suficiente con ser una persona que posee experiencia y los últimos conocimientos de su carrera, ahora se valora en igual magnitud su esencia como persona, por ejemplo, dos profesionales que se han capacitado para lo mismo en estudios y han obtenido los mismos resultados académicos, pero quien sepa solucionar conflictos, ser empático y posea habilidades comunicativas, definitivamente será más exitoso.
La actitud ante la vida lo es todo, nos permite ver el mundo de una mejor manera, por eso la carencia de habilidades blandas suele afectar las relaciones personales y sociales, es importante conocer y potenciar estas cualidades, practicarlas e incluirlas en la vida diaria, que además del crecimiento profesional y personal, seguro genera un efecto positivo cargado de bienestar y felicidad.