La contienda por la presidencia de México ya entró en precampaña y todo apunta a que el género será uno de los principales temas.
En meses anteriores vimos cómo el país festejaba que al fin se tenía una oportunidad REAL de una mujer asumiendo el cargo como presidenta, por qué sí, aunque ha habido otras candidatas en el pasado, sabíamos que sus posibilidades de ganar eran ínfimas; Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez son el estandarte y esperanza por un cambio político en cuestión de género, por supuesto que en sus campañas hablan al respecto, en sentido de identidad y empatía.
Cuando hablamos de una mujer en un cargo político alto, esperamos que cumpla con proyectos que ayuden a sus congéneres, ya que entienden que es ser parte de un sector históricamente silenciado, evadido y vulnerado, provoca desigualdades; dicho esto, no es de extrañar que cause desconcierto que el único candidato hombre quiera usar el género, pero en un sentido diferente, abriendo la pregunta: ¿Por qué Samuel García ha tomado como estrategia destacar que es hombre?
Veamos: Samuel García, candidato de Movimiento Ciudadano, ha querido desligarse de las candidatas mediante dos cosas: su edad, 35 años, y su género: él. Con esto en mente, ¿Qué impacto tiene por sí mismo? El presidente más joven que México ha tenido es Miguel Miramón, con 27 años, también hombre, y ¡en 1859!
Ahora: Claudia Sheinbaum, Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde, 61 años, ella; su principal estrategia es apostar por las mujeres ya que “México se escribe con M de mujer”; con esto planea destacar las desigualdades laborales y sociales, siendo que las mujeres no son reconocidas.
Por otro lado, Xóchitl Gálvez, Partido Revolucionario Institucional, Partido Acción Nacional y Partido Revolución Democrática, hidalguense, 60 años, ella; destaca las desigualdades de las mujeres, y, sobre todo, la de la mujer indígena que no siempre tiene acceso a servicios y sus derechos se ven vulnerados.
Entonces: ¿Por qué Samuel García ha tomado como estrategia destacar que es hombre? Realmente no hay más interés en esta estrategia que intentar llamar la atención de quienes no están de acuerdo en una “ella” en el poder, además de puntualizar en el mítico “elegido”, ese ser que irá contra todo pronóstico para triunfar. Por otro lado, cuando al fin se da una oportunidad a las mujeres, nos encontramos con el discurso de género deformado: ya no es el que se destaque por problemas sociales, sino, el medio de minimizar estos problemas; volviendo al discurso de “a los hombres también…”, cuando los problemas sociales de mujeres son por ser mujeres.
Lo cierto es que… El género, como eje en las elecciones 2024 genera intriga por las posturas sobre violencia de género, igualdad salarial, laboral y de educación, querer trillarlo es ignorar la lucha que se ha tenido por alcanzar los derechos que hoy tenemos.
X: @AidaSuarezCh