Acapulco en estos momentos está en problemas debido a la devastación que dejó el huracán Otis hace ya casi dos semanas pero no sólo hemos visto la destrucción que trae un huracán, también hemos podido observar cómo los gobiernos funciona mal.

Si bien el huracán Otis fue un fenómeno atípico ya que su fuerza se fue incrementando de manera muy rápida, está ya ampliamente documentado cómo el Centro Nacional de Huracanes de EEUU alertó varias horas antes lo que podía ocurrir, las autoridades en México no hicieron caso a las alertas con tiempo. Tan es así que sólo unas cuantas horas antes de que Otis impactara en Acapulco, representantes del gobierno estatal inauguraban una convención. A las 3:30 pm el Servicio Meteorológico Nacional emitió un comunicado alertando que el huracán podía impactar las costas de Guerrero como huracán categoría cuatro. Al menos ocho horas antes el gobierno mexicano ya sabía lo que iba a ocurrir, poco hicieron. Cinco horas después el presidente alerta por Twitter, demasiado tarde.

Hay una noticia en especial que pinta muy bien lo que no se hizo, Pascal Beltrán del Río cuenta la historia de Lucía, una adulta mayor, y su cuidador, Roque, ellos murieron en la casa de Lucía cuando su vivienda se vino abajo, lo trágico es que a sólo tres cuadras está una escuela primaria que había sido habilitada cómo refugio, de haberse enterado de la fuerza con que iba a impactar el huracán, muy probablemente hubieran acudido al refugio y hoy estarán vivos. A Lucía y Roque nadie les avisó.

En 2020 el gobierno de López Obrador desapareció el Fonden, un fideicomiso para ayudar en desastres naturales. Aunque hoy el Fonden existe como partida presupuestal, el fideicomiso prácticamente no existe. Dos diferencias importantes hay entre el Fonden de hoy y el Fonden de antes, la primera es que al fideicomiso se le metía dinero cada año por ley, el .4% del Gasto Programable, y la segunda diferencia es que tenía reglas ya establecidas para operar y funcionaba con gente experta porque justo de lo que se trata cuando un desastre natural golpea es liberar recursos de la manera más rápida posible y canalizar la ayuda de la forma más eficiente posible, ninguna de esas dos cosas sucedieron ahora, 24 horas después del impacto del huracán, en Acapulco no tenían suficiente agua para beber. México Evalúa calcula que si el Fonden como fideicomiso no hubiera desaparecido, este año tendría un acumulado de 85.9 mil millones de pesos, eso es más de lo que va a gastar el gobierno en su programa de reconstrucción.

López Obrador dice que hay recursos ilimitados, eso es falso, los recursos del gobierno son limitados. El gobierno dispuso de 61 mil millones de pesos para su programa de reconstrucción, ese es un monto menor comparado con los mismos 61 mil millones de pesos que se usaron en la reconstrucción de los huracanes Manuel e Ingrid en 2013. Es decir para un evento de mayor destrucción el gobierno federal va a gastar menos dinero. A esto hay que sumarle que en el dictamen de presupuesto los legisladores no quisieron hacer ningún cambio y no sólo dejaron a Acapulco sin una partida específica para la reconstrucción sino que además le va a tocar a Guerrero menos dinero. Si hoy se quisiera gastar lo mismo que en 2014, el gobierno debería destinar 94 mil millones de pesos.

Acapulco no la tiene fácil, los recursos parecen insuficientes, empresas valuadoras calculan que la reconstrucción va a costar alrededor de 15 mil millones pero de dólares. En Acapulco hay errores pasados que mucha gente va a sufrir hoy, los distintos niveles de gobierno están funcionando mal y no se ve que eso se vaya a arreglar pronto. Acapulco nos debe de importar no sólo por razones sentimentales sino también por razones económicas, alrededor del 75% de la economía guerrerense descansa sobre los hombros de Acapulco, si no se regresa a la normalidad pronto, eso puede convertirse en un problema social.