Ayer, 5 de noviembre fue el Día Internacional de las personas cuidadoras, la cual es una tarea fundamental en el sostenimiento de las vidas y que de acuerdo al Banco Internacional de Desarrollo (BID) tan solo en América Latina y el Caribe, el 80% de los cuidados los realiza el círculo cercano de familias que son generalmente mujeres y la principal característica es que no reciben retribución económica por el trabajo que realizan y aunque lo sabemos por las características de las familias mexicanas, donde si pensamos quienes han cuidado hijas, hijos, nietas/os, personas con discapacidad(es), personas enfermas, etc., son sobre todo madres, abuelas, tías, etc., pero ahora contamos con cifras oficiales a partir de la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) que ha realizado por primera vez el INEGI, donde informa que 31.6 millones de personas que brindan cuidados, 3 de cada 4 somos mujeres que dedican 38 horas a la semana para hacerlo, más el trabajo del hogar como son la limpieza y la comida, además de esto hay que sumarle una actividad económica generalmente precaria y sin seguridad social, cuando se habla de cuidados pocas veces se visibiliza la condición de las personas cuidadoras, es por ello que desde el inicio de este sexenio, desde el INMUJERES se ha impulsado un Sistema Nacional de Cuidados que considera no solo a quienes necesitan cuidados sino a quienes cuidan, pues tienen derechos al desarrollo personal, al reconocimiento social y a una remuneración económica.
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En Hidalgo, la diputada morenista Lisset Marcelino impulsó un Padrón Estatal de Personas Cuidadoras de Personas con Discapacidad, justamente para reconocer y apoyar en políticas públicas a quienes cuidan a estas personas, es un primer paso, sin embargo, las personas que cuidan de acuerdo a la ENASIC son un universo mayor que atender: cuidadoras de los niños y niñas (entre 0 a 5 años), de los enfermos (temporales o permanentes) y de los adultos mayores. También existe el apoyo económico estatal para personas con discapacidad (PCD) pero de nueva cuenta se invisibiliza a quienes brindan cuidados a estas personas y solo forma parte de un programa asistencialista y no integral.
Aunque hay una política federal muy clara sobre estos temas, en Hidalgo estamos viendo en nuestro estado es contraria a esta, ya que en varias instituciones les están incluso regresando a las personas que requieren cuidados a las mujeres (quisiera decir a las familias pero no es el caso) o no están admitiendo en las instituciones operadas por el DIF a quienes requieren cuidados: personas adultas mayores, niñas/os en situación de riesgo, personas en situación de calle, etc., aludiendo que los municipios tiene responsabilidad de hacerlo, en una parte tienen razón, pero se tiene que impulsar infraestructura en ese sentido y mientras eso ocurre se debería tener una solución al respecto para no repetir estos estereotipos de género que afectan principalmente la salud y la economía de las mujeres como hemos visto en las cifras.
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Desde aquí mi cariño y reconocimiento (que no basta, necesitamos al del estado) para quien desde sociedad civil va realizando las labores que le tocan al gobierno para hacer esta labor titánica, recordemos que “eso que han llamado amor, es trabajo no remunerado” como lo ha desarrollado en sus diversos libros la filósofa feminista Silvia Federici donde ha abordado las luchas políticas de las mujeres de manera histórica sobre la producción y la reproducción.
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