Debo reconocer cierta reticencia de mi parte para darle play al nuevo álbum de The Rolling Stones… y es que hay demasiado manipuleo mercadotécnico a su alrededor e incluso el video de “Angry” resulta excesivo, recargado y explotando varios clichés de la cultura rock -ya que si la canción lleva Autotune es lo de menos-.
Pero resulta que ellos demuestran porqué son leyendas vivas… mitos de carne y hueso; testigos puntuales de la efectividad de su pacto con el diablo y que de rock and roll entienden demasiado y conocen hasta sus más íntimos secretos. Hackney Diamonds trae consigo 12 canciones que transpiran porte canalla y desparpajo.
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Bien podríamos decir que resulta un milagro que a su edad muestren tal gallardía y agallas, pero no en vano se trata de sus Satánicas Majestades, figuras consumadas para ejercer esta forma de arte… peleonero y sucio.
No vale la pena armar una compleja comparación con el pasado y trazar paralelismos con sus obras maestras; ese corpus existe y es glorioso, pero estamos en 2023 y estos son los Rolling del presente… todavía aguerridos y apegados a ese fluido de R&B que les fluye en las venas desde su ya lejana juventud y que les ha mantenido rockeando con maestría.
Cierto, ya no tienen a Charly Watts en la batería, aunque lo llevan en el alma, y con su recuerdo consigo prosiguen componiendo buenas canciones, que, como “Get Close”, dan cátedra de lo que representa un riff para una canción de rocanrol -que además tiene un sax magnífico-.
No puedo negar que me suele atraer la provocación y es por ello que elijo dos canciones que pueden ser tildadas de demasiado obvias, como dos potentes bazas de este Hackney Diamonds; por una parte, “Mess It Up” es una de las dos que incluye la batería de Watts y resulta potente y directa al igual que “Whole Wide World” -absolutamente guitarrera-; quiero entender que esto es una fiesta y este par contribuyen a soltar adrenalina a raudales.
No mentiré al decir que me llaman la atención las contribuciones de Paul McCartney y Elton John -más gancho mediático que otra cosa-, dado que la verdadera crema se encuentra en “Sweet Sounds Of Heaven”, que es notable y memorable en su andanada Gospel; ahí están Stevie Wonder y Lady Gaga luciendo a plenitud y provocando que Mick Jagger saque sus mejores dotes como vocalista.
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Ya han brillado previamente en el disco Keith Richards y Ron Wood, “Sweet Sounds Of Heaven” es el momento total de Jagger y sus invitados -con una Lady Gaga pletórica-; juntos sueltan un mensaje contundente: “Let the music, let the music play loud“.
En fin, gocemos que tenemos a unos Rolling Stones incombustibles, eternos e inagotables… aquí la edad no es relevante; ellos imponen las ganas de rockear a través de una juventud que les brota del alma. Historia pura que desparrama garbo y que cierra esta entrega con un blues pegado a su nombre y que lo define todo… “Rolling Stone Blues”… Amén.
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