El desfile

Cuando estaba en la secundaria me tocó marchar en el desfile del 16 de septiembre. No sentía emoción pero adoraba no tener que estar en el salón de clases varias horas del día para ensayar como marcharíamos. No recuerdo mucho de ese día.

18 años después fui con mis papás a ver el desfile. Nos pusimos en la esquina de plaza Juárez frente a la zapatería porque hacía mucho calor. No me considero patriota pero me sé 4 estrofas del himno nacional porque en la primaria participé en esos concursos con mi escuela y en la secundaria participé en los concursos de escolta donde nos reiteraron que nunca, por ningún motivo podíamos dejar caer la bandera. Si la compañera se desmayaba, había que evitar que la bandera tocará suelo, ya después te preocupabas por ella.

Siento mucho amor por mi país, por la gente y nuestra historia de resistencia frente a gobiernos que nos quedan chicos pero ser patriota es algo que no concibo. La historia nos ha demostrado que ese patriotismo ha sido empleado para pisotear derechos de otras personas, así que hay que irnos con reserva.

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El desfile me sirvió para salir de mi burbuja y observar que la gente sigue amando a las y los bomberos, a quienes trabajan en la cruz roja y a los perritos en cualquier trabajo que desempeñen.

Sentí emoción de escuchar a las personas decir con una sorpresa alegré: ¿ya viste una bombera, una policía?

A la gente de la policía no le fue tan bien, solo a las mujeres y a los perritos. A los demás: silencio o comentarios gordofóbicos, de rateros, etc.

Orgullosamente tengo 3 familiares que trabajan en la policía. Por su nivel de estudios y experiencia laboral, fue el trabajo al que pudieron acceder que garantizara un salario y a veces seguridad social. Pensé en los policías de Tizayuca que el 15 de septiembre protestaron por la falta de condiciones laborales y los abusos de los que son objeto. Se que la policía se ha ganado su fama, pero no podemos generalizar ni tampoco romantizar. Lo que sí, es que frente a la situación de violencia que vivimos en el país, genuinamente merecen mejores salarios y condiciones laborales; el riesgo y la responsabilidad que enfrentan es enorme.

Al ejército siempre se le ha recibido con aplausos y gritos de emoción. Ahora acompañados de la Guardia Nacional. Abrieron las chicas que voluntariamente decidieron realizar el Servicio Nacional Mexicano. Sabiendo lo hostil que es el ejército para las mujeres, sentí admiración por ellas y me pregunté porque decidieron hacerlo. Tanto ellas como sus compañeros cargaban armas algo que me impacto porque no lo había visto en otros desfiles.

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En los carros del ejército había niñes, adolescentes y esposas. En las calles vitoreando sus familias. Las fuerzas armadas se han convertido en la opción laboral más estable en el país.

Para alguien que se asume como antimilitarista, observar el entremado que sostiene el ejército hace que tengamos que complejizar la conversación.