Tomás de Aquino afirmó: “Es de notarse que, si primero se usó el nombre de sabiduría, ahora se ha pasado al nombre de filosofía. Pero se entienden por una misma cosa. En efecto, como los antiguos aplicados al estudio de la sabiduría fueran denominados sofistas, o sea, sabios, habiéndosele preguntado a Pitágoras de qué hacía profesión, no quiso llamarse sabio, como sus antecesores, por parecerle presuntuoso, sino que se llamó filósofo, o sea, amante de la sabiduría. Y de allí que nombre sabio se cambiara por el de filósofo, y el nombre de sabiduría por el de filosofía. Por lo demás este nombre cuadra con nuestro propósito. Porque parece que es amante de la sabiduría el que busca la sabiduría no por otra cosa sino por sí misma. En efecto, el que busca una cosa por otra, más ama aquello por lo que busca que lo que busca”. En este sentido podemos afirmar que la honestidad y la humildad intelectual están siempre a la base de cualquier pensar filosófico.
Para la Dra. Guadalupe Zavala Cerna, Académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara: “el concepto de humildad intelectual proviene de estudios filosóficos sobre la religiosidad de las personas. Se define como la virtud de mantenerse entre dos excesos; es tener la disposición para cambiar, aunado a la sabiduría para identificar cuando no hacerlo. Los dos excesos se refieren por un lado a mantenerse atado férreamente a una creencia espiritual, aun cuando se presenta evidencia en contra y el extremo opuesto sería abandonar las creencias espirituales rápidamente aún en ausencia de nuevas pruebas o un debate sano.
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En diferentes áreas de la Psicología se identificó esta humildad intelectual como algo indispensable en torno a la interacción entre pares y en diferentes ambientes organizacionales, inclusive en 2016, en la Universidad de Pepperdine, algunos investigadores desarrollaron un índice denominado Pepperdine Intelectuall Humility Test y para medirlo lo desglosaron en cuatro componentes: 1. Tener respeto por el punto de vista de los demás. 2. No tener exceso de confianza intelectual. 3. Separar el ego del intelecto. 4. Disponibilidad para revisar el punto de vista propio”.
Una persona humilde es capaz de demostrar modestia y tener disposición para dejar de lado el yo para preocuparse por los demás. Ser humilde implica desapego, tener la madurez para tomar distancia sin la necesidad de desentenderse de lo que ocurre, por el contrario, poder adquirir compromisos que le son ajenos. Anteponer el bien superior de la colectividad por el de la individualidad.
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Humildad proviene del vocablo latino “humilitas”, que a su vez tiene la raíz “humus” que quiere decir tierra en latín. “Humilitas” deriva del vocablo “humilis”, que significa humilde, y a la vez del verbo “humiliare”, que se relaciona con postrarse sobre la tierra con dominio de otro sobre la persona en cuestión. Por ello, creo que tendríamos que pensar en el concepto humildad como sinónimo del poder de la humanidad.
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