El primer año de la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo

Nuestro organismo más importante para la defensa de los derechos humanos, la CDHEH, ha vivido varios periodos de crisis en la última década.

Se tuvieron a dos presidentes, Juan Manuel Sepúlveda y Alejandro Habib, que no tenían ningún tipo de experiencia en estos organismos. El peor, Sepúlveda que se definía así mismo como mediador entre el estado y las personas. Habib, que tuvo algunos aciertos y muchísimos errores, evidenció que su desinterés por los derechos humanos pues decidió dejar su cargo para postularse para dirigir la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo. Con ello, la Comisión se quedó 8 meses sin titular y quedando provisionalmente al frente Ramiro Lara, cuyo historial como violentador de derechos humanos, manchaba a un organismo que tenía que protegernos y quien buscaba ser el titular.

Gracias al impulsó de varias organizaciones y colectiva locales como Di Ramona y México Igualitario, logramos que las entrevistas a las personas que querían postularse para ser ombudsperson se transmitieran por las redes sociales. Este ejercicio de transparencia por parte del Congreso del Estado de Hidalgo, evidencio que ninguna de las personas que se postularon eran idóneas para dirigir, pero dentro de todo quedo Ana Karen Parra Bonilla que tenía el mejor perfil.

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Decidí observar la actuación de la autoproclamada “primera ombudsperson que emana de la sociedad civil”, durante un año. Recibió un organismo destartalado, sin credibilidad y seguramente carente de recursos. Sin embargo, desde su primer pronunciamiento me quedó claro que algo no está del todo bien. Dentro de sus prioridades ella menciono que se bajaría el sueldo.

Estoy en contra de que haya sueldos disparados en el servicio público, pero también sé que se deben de tener los sueldos adecuados para que las personas que trabajan en las instituciones puedan cumplir con sus obligaciones y sostenerse. Así que ese tipo de declaraciones, me sonaron a que ella se alinearía a la política de la 4T. Sin embargo, cuando fue electa pudo haber empezado el cabildeo para que en el presupuesto del 2023 se viera reflejada cosa que no sucedió y que evidentemente, los legisladores que la entrevistaron la semana pasada le mencionaron y que ella, incorrectamente, decidió mencionar que esperaba que no se tratara de un asunto de género.

La realidad es que su actuación al frente de la CDHEH me ha dejado mucho que desear. Generó varias expectativas con sus ejercicios de revisar las condiciones de la institución, sus eventos para anunciar recomendaciones y disculpas públicas, la apertura de quejas de forma oficiosa ante eventos que violentaron los derechos de les hidalguenses.

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Quisiera poder tener más información sobre su actuar, pero hasta la redacción de esta columna el informe por escrito no se encuentra en la página de la CDHEH, a pesar de que lo solicité por redes sociales tampoco lo obtuve. Escuché el podcast que realizaron al respecto y en 28 minutos solo se dedica a hablar de todos los eventos públicos que realizaron como pintas de paso peatonales y paredes, reuniones de las que no se sabe que se obtuvo. Aunque aplaudo que se realicen estos ejercicios de trasparencia y acceso a la información para todes, no dice mucho.

La realidad es que durante un año se atendieron 4 456 quejas por violaciones a derechos humanos y solo se obtuvieron 12 recomendaciones. Si es mucho más de lo que sus predecesores obtenían, pero no tenemos claridad de que paso con esas quejas, como terminaron.

Honestamente, este primer año se ha tratado de mucho reflector y evento público, pero pocos resultados que estén impactando el ejercicio de nuestros derechos humanos.  Hay una botarga nueva de un axolote, hay un perrito adorable adoptado, van a las marchas LGBT y ¿qué más?

Ojalá dejé de lado el reflector y atienda lo importante. Porque ya dar la nota por salir corriendo porque no puede dar respuestas a quienes le reclaman resultados es bastante vergonzoso.