Blur: el imperio de lo íntimo sobre lo público

Es imposible prolongar ese impulso que proclamaba que todo era “amor y paranoia en los noventa”; la vida transcurre y desgasta… las tragedias amorosas dejan magulladuras en el alma. Pienso en ello mientras transcurre The Ballad of Darren, el nuevo disco de Blur y que tanto ha dado de que hablar y escribir a nivel global.

Mientras tanto leo una entrevista con el escritor Benjamín Prado que está de vuelta y durante esa charla apunta: “El poema es la casa donde acudes a preguntar por ti“. Y ello es totalmente cierto, y es por ello que me atrevo a decir que ya en la primera canción Damon Albarn deja en claro la esencia del nuevo disco: “Acabo de revisar mi vida y todo lo que vi fue que no vas a volver”.

Se trata de una frase que se encuentra en “The Ballad”, el corte de apertura de un álbum del que se ha dicho que guarda gran conexión con 13, una entrega de 1999 y en la intentaba exorcizarse de la ruptura con Justine Frischmann, vocalista de Elastica, y que años después se mudara a Estados Unidos para convertirse en profesora de arte.

En 2023, la mujer con quien Damon ha roto también tiene que ver con el arte, pero no desde la Academia; Suzi Winstanley es artista plástica y tiene poco tiempo de separarse del compositor inglés que encabeza Blur.

No es nuevo señalar que a Damon Albarn lo mueve la melancolía y que ahora expresa incluso en que desea cantar más bajito (un estilo que admira en el vocalista de Arctic Monkeys) y asumir una actitud cada vez más taciturna.

Damon deja al baterista Dave Rowntree la implicación en la política e incluso declaró a un medio español: “El mundo debería ignorarnos cuando hablamos de la identidad británica”. Se miran lejanos los discos en los que destazaban con mucha inteligencia al sistema social inglés, se pitorreaban de los nuevos ricos y de los políticos corruptos.

The Ballad Of Darren baja la velocidad y ausculta la intimidad a partir de sus temáticas tal como ocurre en “Russian Rings”, “The Everglades” -dedicada a Leonard Cohen- y especialmente “The Nacicist”, en la que suelta: “Haré brillar luz en tus ojos/ Probablemente me la devuelvas/ Pero no me caeré esta vez”. He aquí un hombre de 55 años con mayores armas para abatir al desastre amoroso, pero capaz de escribir una canción que también parece que relata un viaje en ácido.

En total, 12 piezas de madurez… reposadas en su mayoría y de las que puedo decir que plasman eso tan francés que se define como: “El sentimiento de lo irremediable”. No podría afirmar que se encuentra entre una más de sus obras maestras -ni falta que les hace quizá tener otra-; me parece que lo importante es que quiere dejar testimonio de lo que son ahora y aquí.

El noveno álbum de los de Colchester es una experiencia muy cohesionada e introspectiva -con la excepción de “Barbaric”; tiene por ahí acentos de David Bowie y The Kinks. Se trata pues de una estupenda obra de parte unos clásicos contemporáneos… ellos ya bailan con la leyenda.

El estruendo callejero ha cesado… ahora se concentran en el crujir de las entrañas… y del alma.