El niño en la cima de la montaña (Salamandra) es una novela fascinante escrita por John Boyne, el aclamado autor de El niño con el pijama de rayas. Publicado en 2015, este libro es una poderosa historia de la Segunda Guerra Mundial vista a través de los ojos de un chico de 7 años.
La historia se centra en Pierrot Fischer, que queda huérfano tras la muerte de su madre y es enviado a vivir con su tía Beatrix en una casa en la cima de una montaña en Alemania. La trama se desarrolla en un momento crítico de la historia, cuando el nazismo se encuentra en su apogeo y la sombra de la guerra se cierne sobre Europa.
Con el tiempo, Pierrot se ve profundamente influenciado por el ambiente y las personas que lo rodean en la montaña. En su camino, desarrolla una amistad inusual con Anshel, un chico judío, cuya presencia despierta en él una compleja mezcla de emociones y cuestionamientos.
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A medida que la narrativa avanza, Boyne hábilmente explora temas complejos como la pérdida de inocencia, la lealtad, la manipulación y las decisiones morales difíciles que enfrenta el protagonista. La novela plantea preguntas provocativas sobre la naturaleza humana y cómo los acontecimientos históricos pueden moldear el curso de las vidas individuales.
La habilidad de Boyne para crear personajes realistas y emocionalmente ricos, junto con su estilo narrativo cautivador, hace que El niño en la cima de la montaña sea una lectura inolvidable. A través de esta historia, el autor invita al lector a reflexionar sobre el poder y la complejidad de la ideología y cómo puede afectar a las personas, especialmente a los más jóvenes.
En resumen, es una novela conmovedora y profundamente humana que combina la intriga histórica con el poder de la empatía y la comprensión. John Boyne logra, una vez más, cautivar a su audiencia y proporcionar una experiencia de lectura enriquecedora que deja una impresión duradera.
El niño en la cima de la montaña combina hábilmente historia y ficción.
Recorre sus hojas
La trama arranca en 1935 en París, donde vive Pierrot, hijo de padre alemán y madre francesa, que se entretiene jugando con su amigo judío Anshel, como se mencionó anteriormente. Su vida se trunca a los 7 años con la trágica muerte de sus padres.
Tras una breve estancia en un orfanato donde conocerá a las hermanas Durand, Adele y Simone, que cuidan de los niños, a su amiga Josette y a otros niños huérfanos como él, es requerido por su tía para acogerlo en la casa donde trabaja como ama de llaves.
Pierrot se traslada a una mansión en las montañas alpinas de Baviera.
Se trata del refugio Berghof, donde reside Adolf Hitler acompañado de Eva Braun y de su servidumbre.
Al principio, el niño está aturdido por la extraña atmósfera que se respira.
Poco a poco le irán transformando: comienzan por cambiarle el nombre y llamarle Pieter, le enseñan a saludar con la mano alzada, sus sencillas ropas se convierten en el uniforme de las juventudes hitlerianas y le exigen que olvide sus raíces, incluido su amigo Anshel.
Su ingenuidad se va convirtiendo en admiración por el Führer, quien deposita en él su confianza. Pieter es domesticado en el espíritu nazi hasta el extremo de caer en el fanatismo y la vileza.
En 1945, con el final de la guerra, el chico es retenido como prisionero de los Aliados. Al recuperar la libertad, deambula de un lugar a otro hasta llegar a París, donde se reencuentra con su amigo judío.
La transformación de Pierrot se puede entender claramente, las razones que llevan a un niño pequeño a ser así, a querer sentirse parte de algo, fuerte, importante, especial.
Muchos niños que entraron en las juventudes hitlerianas se sintieron como Pierrot.
La propaganda nacionalsocialista que se hizo fue, probablemente, una de las mayores razones para el éxito de Hitler y la baja moral en la que se encontraban, tanto Pierrot como toda la nación alemana, hizo el resto.
Pierrot transformado en Pieter sufre esa metamorfosis, la inocencia y bondad que tenía inculcadas por su madre francesa se va transformando poco a poco cuando llega a Alemania, a casa de Hitler.
Pasa a ser primero insolente y engreído, después se convierte en una persona fría y déspota.
Boyne cierra el relato con un desenlace en el que el protagonista intenta redimirse.
El niño en la cima de la montaña está escrito en capítulos muy cortos, en tercera persona, pero siempre desde el punto de vista del niño, es un libro fácil de leer, con una prosa sencilla y amable.
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Tiene personajes verdaderos y ficticios y hace ver la evolución del niño y cómo cambia su forma de ver el mundo y su forma de ver a los otros.
A los personajes secundarios no se les conoce en profundidad, pero sí que sirven para entender esa transformación del protagonista.
Una novela que hace reflexionar sobre muchas cosas: cómo los adultos pueden influenciar a los niños y adolescentes; cómo el poder puede llevar a las personas a hacer cosas brutales; cómo se pueden romper lazos de todo tipo si tienes malas influencias.