Una de las banderas que enarbola el presidente López Obrador es la bandera de la austeridad, bajo esta idea ha logrado hacer que el gobierno muchas de sus áreas relevantes funcione peor que como funcionaba antes. La idea de austeridad puede que suene atractiva pero en realidad ha sido muy costosa.
Dado que nos gusta darle cada vez más tareas al gobierno, su desempeño impacta más en nuestras vidas, cada tarea realizada tiene un efecto cada vez mayor sobre nuestro bienestar, entonces, una de las primeras cosas que deberíamos cuestionarnos es si nos conviene tener un gobierno barato y en consecuencia de menor calidad.
Primero hay que decir que no hay tal austeridad, el gobierno hoy gasta más dinero que ningún otro gobierno anterior, la idea de austeridad económica tiene como consecuencia una reducción del gasto público y eso no ha ocurrido. El gobierno gasta lo mismo pero lo gasta de manera distinta.
Una de las ideas más populares de López Obrador es que, al menos dentro del gobierno, nadie puede ganar más que el presidente. Steve Hanke, profesor de economía de la Universidad Johns Hopkins afirmó en su momento que esta iba a ser una muy mala idea y el tiempo le acabó dando la razón. Lo que decía Steve Hanke era que poner un tope a los salarios iba a tener como consecuencia una pérdida importante de capital humano. Al ver reducidos sus salarios muchos funcionarios de alta especialidad iban a dejar el gobierno, esto ocurrió y tuvo consecuencias en la operación del gobierno mismo. Casi 5 años después hay muchas cosas que no funcionan bien porque las personas que están a cargo de las oficinas o los servicios son personas menos calificadas.
Tener buenos funcionarios cuesta dinero, alguien muy especializado, digamos con doctorado, no va trabajar por un sueldo bajo mientras puede ganar mejor en la iniciativa privada, la consecuencia es que la persona que acepte trabajar en el gobierno va a ser aquella que esté dispuesta a trabajar por ese salario y muy probablemente esa persona será menos capaz. Pensemos en la justicia, imaginen que detienen a alguien por corrupción y esa persona tiene la capacidad para pagar el mejor grupo de abogados de México mientras que del otro lado tenemos a un fiscal menos capacitado y con menos recursos económicos, la pelea va a ser dispareja, la persona acusada de corrupción aumentará sus posibilidades de no ser castigado porque con el dinero de nuestros impuestos no pudimos pagar al mejor fiscal posible. Se podría dar el caso de que una persona que cometió un acto de corrupción salga impune con todas las malas consecuencias que tiene eso para la sociedad.
Pensemos en todas esas áreas que hoy funcionan mal por una idea de austeridad mal entendida, ejemplos hay muchos. El sector salud es tal vez el caso más grave. Hace unos días nos enteramos que Aitana, una niña de apenas 6 años, murió prensada por un elevador en un hospital público del IMSS. El periodista Juan Ortiz se puso a investigar y descubrió que se han estado aplicando recortes al presupuesto de infraestructura del IMSS y que en los últimos 4 años 23 estados, incluido Hidalgo, no recibieron ni un peso del programa para el mantenimiento de los hospitales. Esa muerte se pudo haber evitado si esos recursos destinados a dar mantenimiento hubiesen existido y se hubiesen ejercido.
La austeridad es deseable en el sentido de que no está bien usar dinero público para comprar lujos pero la austeridad no debe ser un fin, lo que necesitamos no es un gobierno austero, lo que necesitamos es un gobierno que sea eficaz y sea eficiente, necesitamos un gobierno que realice las tareas que le encomendamos pero también que las realice bien y al menor costo posible. Un gobierno que no realiza bien sus tareas no nos sirve de mucho para eso de elevar nuestro bienestar.