En un útil e interesante artículo, José Manuel Garrido escribe: “La mayoría de nosotros vemos la procrastinación o dilación de tareas como algo malo, y no es difícil encontrar cientos de artículos y libros que nos dicen cómo curar o superar este defecto. Pero como dice Paul Graham, en sentido estricto, es imposible curar la dilación. No importa lo que estés haciendo, estarás dejando de hacer todo lo demás. Así que la pregunta no es cómo evitar procrastinar, sino cómo encontrar la manera de posponer las cosas de un modo útil. Graham divide la procrastinación en tres variantes, dependiendo de lo que haces en lugar de hacer tu trabajo: 1. No haces nada. 2. Haces algo menos importante. 3. Haces algo más importante”.
Ahora bien, procrastinar es también un arte sutil que ha servido para grandes fines a la humanidad: postergar un ataque nuclear, aplazar una boda real, posponer la inauguración de una magna obra, etcétera. Pero también, ha sido una herramienta útil para no hacer lo que se tiene que hacer cuando se tiene que hacer.
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A propósito del tema, John Perry, profesor de filosofía de Standford apunta que: “Los procrastinadores a menudo siguen exactamente el camino equivocado, tratando de minimizar sus compromisos, asumiendo que si sólo tienen unas pocas cosas que hacer, dejarán de postergarlas y las cumplirán. Pero esto va en contra de la naturaleza básica del procrastinador y destruye su fuente de motivación más importante. Los procrastinadores rara vez se quedan sin hacer nada; se dedican a hacer actividades secundarias pero útiles, como limpiar el escritorio u ordenar el armario un martes o hacer un diagrama de cómo reorganizarán sus papeles cuando lleguen a casa. ¿Por qué el procrastinador hace estas cosas? Porque son una forma de no hacer algo más importante. La lista de tareas que uno tiene en mente está ordenada por importancia. Las tareas que parecen más urgentes e importantes están en la parte superior. Pero también hay tareas que vale la pena realizar más abajo en la lista. Hacer estas tareas se convierte en una forma de no hacer las cosas que lideran en la lista. Con este tipo de estructura de tareas apropiada, el procrastinador se convierte en un ciudadano útil”.
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Wilmer Cassasola-Rivera señala en un artículo que: “La literatura especializada señala una variedad de factores comunes asociados a la procrastinación. Los factores que más destacan son la ansiedad, el estrés, el ocio, las influencias familiares, los aspectos sociodemográficos y culturales, así como la carencia de habilidades en la gestión del tiempo. También hay ciertos estudios que destacan la influencia del sexo en esta conducta, pero no son concluyentes… La gestión del tiempo es una habilidad blanda fundamental para alcanzar un alto nivel de productividad académica o laboral. Gestionar adecuadamente el tiempo nos permite ser personas más productivas. Con una adecuada gestión del tiempo logramos cumplir metas sin que nuestra vida se cargue de estrés tóxico o de ansiedad inducida”.
Conociendo estoy haciendo un examen de conciencia: ¿Hasta que grado no nos hemos convertido en procrastinadores estructurados”? ¿Existirá alguien que no lo sea? ¿Hay algún ser vivo que no lo haya sido alguna vez?
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