Garlito
A lo largo de muchos años, casi un siglo de un mismo hábito que se hizo costumbre y fue característica de administraciones gubernamentales corruptas e intranscendentales, que anunciaban los nuevos tiempos del desarrollo y la modernidad, pero en realidad daban atole con el dedo al pueblo; engañar a la ciudadanía debe ser también un ilícito más si viene de alguien que es ilógico mintiera, un político por ejemplo, o ese será el caldo de cultivo donde se engendran; la malversación de fondos públicos, sobrevalorar una obra incrementando costos y realizando otras que no tienen razón de ser, así como dejarlas inconclusas, debería ser penado.
Haz
En los años más reacios de la dictadura tricolor, ocupaban más esfuerzo en perpetrar planes que a largo tiempo, siguieran dejando grandes dividendos, negocios multimillonarios que de generación en generación se heredaron, se necesitaban carreteras o casas de interés social y se hicieron de grandes constructoras, había un sistema de salud pública, pero ellos eran los dueños de la venta de todo material que requiere un hospital, incluso las medicinas, material de curación e insumos y así en casi todos los rubros; la obra pública era necesaria para el desarrollo del país, pero muchas de ellas de mala calidad o solo para impresionar al ciudadano que veía obras de relumbrón, innecesarias o de mala calidad pero altos costos, pocos años después esas obras serían inútiles.
Te recomendamos: ORDEN EN LA ZMP
No solo son los hospitales entregados, dando servicio pero inconclusos, obras viales que desde su planeación, se observó lo inadecuado, intrascendente e inoperable y pese a las críticas se realizó, sin que nadie bien a bien sepa su costo real y comprobando ahora que salió más caro el caldo que las albóndigas; las obras de relumbrón son aquellas espectaculares pero inservibles, de mala calidad y planeación deficiente, en poco tiempo se descubre su inviabilidad, pero el daño está hecho y permanecen como elefantes blancos o recuerdos de administraciones apegadas a la farándula espectacular, al intento de ofrecer desarrollo y realmente son adefesios; desde su planeación y sin ser expertos en movilidad, dijimos que el puente atirantado, era inservible.
Puedes leer: BUROCRACIA LA TRABA
Fugaz
Los tiempos cambian y la voluntad también, ahora que las nuevas autoridades gubernamentales del estado de Hidalgo, revisan las fraudulentas acciones del pasado inmediato, aseguran lo que todos los pachuqueños sabían, que el puente atirantado no era una obra necesaria y su objetivo es el relumbrón, la espectacularidad, el derroche de recursos, pero a la vez muestra de la falta de visión, de poca inteligencia y ganas de hacer las cosas bien, en nada vino a solucionar esa obra, la vialidad en la zona es caótica y desordenada y donde evidentemente se le dio prioridad a los automóviles, olvidando a la gente y más aún a la gente de a pie, en cuya obra no hay cabida para los seres humanos, se pensó en todo menos en ellos, cuando dejaremos de tapar el pozo después del niño ahogado.
Falta de una verdadera ingeniería vial, de un proyecto urbanístico y más allá, de la planeación de una ciudad hecha para los seres humanos, la capital del estado cuenta con muchas obras basura, que solo intentaron enmarcar una administración gubernamental alejada del pueblo, el puente atirantado es un fósil, pese a su corta existencia, del antiguo régimen, de cómo se hacían las cosas y nadie protestaba, de obras relucientes pero deficientes en la práctica, que nada solucionan y ahora ellas son en sí un estorbo; la transparencia exige más que nunca, proyectos, obras que realmente sirvan y sean en el futuro una solución no un problema, el pasado gobierno fue el último de relumbrón, una luz que se extinguió o nunca existió.
- La salud del gobernador
- Aprueban presupuesto de egresos de más de 95 mdp en Tlaxcoapan
- De dominio público, Popeye, Tintín y obras de Faulkner y Hemingway
- Comerciantes de Tlaxcoapan acusan cobros excesivos para colocarse en la Feria de Fin de Año
- Tula: vecinos acusan trabajos de drenaje deficientes; vuelven a romper la calle