Carlos Camacho

¡Democracia ya!

Desde la tierra de una estirpe política que dominó la escena nacional durante la época dorada del Partido Revolucionario Institucional (PRI), iniciada en los tiempos de Javier Rojo Gómez, surgió la demanda de algo que nunca ha ocurrido al interior de ese partido: ¡democracia ya!

Ese eslogan que usaba en sus buenos tiempos el Partido de la Revolución Democrática (PRD), hermano bastardo del tricolor, fue invocado por uno de los políticos de larga trayectoria en Hidalgo, el ex senador de la República, Esteban ángeles Cerón.

Quien habló durante la ceremonia para recordar el natalicio de Javier Rojo Gómez, tronco común de una larga lista de ex gobernadores hidalguense, cuya herencia política detentan los nietos, Jorga y José Antonio García de Alba, ambos con sendas derrotas políticas, uno en el Estado de México y el otro en su propia tierra.

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Se refirió a los tiempos de confronta que vive su partido, merced a las diferencias entre la dirigencia nacional, encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano Austria, con dos figuras hidalguenses: el ex gobernador Omar Fayad Meneses y el senador Miguel Angel Osorio Chong, quienes parecen enfilados a vestirse de naranja para las elecciones del próximo año.

Utópica parece la legítima demanda de uno de los personajes más reconocidos de la política hidalguense, que se construyó justo al amparo del apellido Rojo. El originario de San Agustín Tlaxiaca, intenta lo que en otros escenarios se empeñan en destruir, justamente la unidad al interior de se partido, que hoy vive uno de sus peores episodios.

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El partido ha sido “propiedad” del gobernador en turno y Omar Fayad se empeñó en llevarlo a la situación que vive actualmente, que derivó en su propia salida de las filas de ese partido, a la que se sumaron sus incondicionales.

Eso ha permitido a Carolina Viggiano, asumirse con la nueva “dueña” del partido y desde esa posición buscan reconstruir lo destruido en los últimos años, aunque colocando a su incondicional, Marco Antonio Mendoza, como presidente estatal, manda una señal que ya generó desconcierto y enojo en quienes todavía creen que un PRI mejor, es posible.