Operadores políticos y activismo crítico

La semana pasada escuche el último capítulo del podcast Trans Utopías de la doctora Siobhan Guerrero Mc Manus que se llama “De marchas y operadores políticos”. Aunque el capítulo se en marca en una crítica al activismo LGBTIQA+ de la Ciudad de México, sus argumentos bien pueden aplicarse al activismo en general.

Hace 10 años inicie mi andar en los espacios de derechos humanos en Pachuca, principalmente en el tema de los derechos sexuales y reproductivos. He observado como pasamos de ser unas cuantas personas sin mucho eco a ser decenas más. Hoy las marchas convocan a cientos de personas, hay un interés en las agendas de derechos humanos y las colectivas y organizaciones tienen mayor peso en la entidad.

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Sin embargo, al igual que hace 10 años la falta de reflexión, autocritica y despolitización al interior de estos espacios, siguen causando estragos que, aunque podrían beneficiar política y económicamente a un par de personas; dan graves golpes a las luchas con las que, aparentemente, estamos comprometides.

Siobhan, nos cuenta de la necesidad de que se reconozca que el activismo es un trabajo, que merece salarios, prestaciones y reconocimiento, pero también que al ser un trabajo que busca el beneficio social, necesita recibir críticas que ayuden a desmontar los privilegios que queremos derrocar. Específicamente, se refiere a las alianzas que se han hecho con partidos políticos, que, aunque en algunos casos a significado que ciertos perfiles accedan a puestos de poder o representación popular, terminan haciendo un lado sus posturas políticas y sociales con las causas para únicamente responder al interés de los partidos que pisotean los derechos humanos de las personas.

El activismo pachuqueño se ha caracterizado por establecer alianzas políticas que termina convirtiendo a los activistas en sus operadores políticos, lo que se ha traducido en pequeños cacicazgos que han violentado a otres, que restringen el acceso a beneficios y derechos que tendrían que ser para todes y silencio ante las actuaciones de los partidos o políticos con los cuales se aliaron. Cualquier crítica hacia elles se lee como una deslealtad, que en algunas ocasiones ha significado reprendas hacia otres activistas por “dañar al movimiento de derechos humanos y enviar un mensaje al gobierno de desunión”.

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Hace muchos años que deje de creer en que había que quedarse callade ante las alianzas y acciones contrarias a los derechos humanos dentro del activismo. Al final, yo creo que estás personas ya no son activistas, por más que utilicen la bandera de alguna causa social a la que también afectan. Son operadores políticos, disfrazados, pero lo son.

El activismo critico es fundamental para la democracia, ojalá que el andar del activismo en el resto del estado y los que se formen en Pachuca, lo no olviden, lo necesitamos.