José Eugenio Segura Marroquín, huasteco tamaulipeco por nacimiento e hidalguense por adopción, nunca ha negado su pretensión de ser el presidente municipal de Huejutla, lugar al que arribó para laborar como docente y directivo en el Centro de Bachillerato Agropecuario No. 5 “Hermanos Flores Magón” hace ya varias décadas.
Desde su llegada a Huejutla, particularmente, supo aprovechar la debilidad de los huastecos hidalguenses, en el sentido de que aquel que viene de fuera es el que todo lo sabe o puede, algo que los pachuqueños igualmente conocen y que han sabido explotar de manera espléndida, usando y abusando a la gente de Huejutla y alrededores.
El Marro, como coloquialmente es identificado, ha sabido mover sus piezas en el tablero político, lográndose posicionar de tal forma que pudo ser funcionario municipal y estatal, incluso, ocupar una curul en el congreso de hidalgo, aunque realmente su paso por este último espacio fue netamente grisáceo y hasta oscuro.
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Hablar de cosas buenas sobre su desempeño como servidor público terminaríamos en una línea esta columna, porque de plano no las hay, y si las hubiera, bastarían unas cuantas palabras para que quedaran escritas, así que mejor destacaremos el por qué no ha podido lograr su objetivo.
Como ya se mencionó, como “fuereño” pudo influir en personajes de la política local que andaban como burros sin mecate, es decir, los tomó de la rienda y los amansó hasta convencerlos de qué, cómo, cuándo y dónde debían hablar o estar, consiguiendo su objetivo de ser la mano que meció la cuna por un buen tiempo.
Al hablarle al oído a líderes campesinos y manipularlos por su ignorancia, hizo creer a muchos en la capital del estado que podrían interactuar a través de su persona y dirigir los destinos de organizaciones campesinas, sociales y grupos sectoriales de la sociedad para su objetivo, de tal manera que puso sus servicios a la orden del mejor postor y fue José Antonio Rojo García de Alba quien le compró todos los boletos del circo y ahí comenzó la función.
Pegado al principal grupo de poder económico y político de Hidalgo, “el Marro” construyó poco a poco su carrera política y de la misma manera fue escalando posiciones que le redituaron un poder medianamente aceptable, pero qué a pesar de eso, nunca consiguió colocarse como candidato del PRI a la alcaldía de Huejutla, su más codiciado deseo; y vaya usted a saber si ese deseo sea por su “loable vocación de servicio” o por disfrutar del privilegio de manejar un presupuesto financiero considerable, o ambas cosas quizá.
En el año 2003 Eugenio Segura Marroquín consiguió convertirse en el flamante subsecretario de gobierno para la Huasteca hidalguense, una posición que en su época representaba el control de los alcaldes de la zona, pues ninguno podía resistirse a sus indicaciones, sobre todo porque astutamente siempre, desde ese balcón, se asegura que todo es por órdenes del gobernador, y nadie, absolutamente nadie, se atreve a cuestionar o al menos preguntarse si será o no cierto, pero en fin, el fuereño sabe la debilidad del huasteco y pues se aplica para explotarla.
Quizá muchos lo olvidaron y pocos recuerden que, desde esa posición, la de subsecretario de gobierno, “El Marro” ayudó a darse a la fuga a quien horas antes había cometido una agresión con armas de fuego a un grupo de ciudadanos en Yahualica, quienes quisieron ponerle un alto cansados de los abusos del “asesor” del presidente municipal en turno, que una y otra vez exhibió que en la práctica él era el alcalde que ejercía la función y que el constitucional – de nombre Francisco – sólo era el pelele que a todo decía que sí.
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De eso hay constancia y aunque la mayor parte del pueblo de Yahualica probablemente ya no se acuerde, los familiares de los balaceados sí, como también las esposas e hijos de los policías que injustamente fueron a la cárcel por varios años, a pagar por un delito que no cometieron y cuyo autor fue exonerado por una magistrada que dijo fue en defensa propia.
Abriendo un paréntesis, cabría decir que el autor de la agresión en contra de los yahualiquenses era íntimo y cercano de la familia Rojo de Alba García, qué cosas no, pero así fue y la historia está escrita.
Ya para el año 2005, José Eugenio Segura Marroquín asumió como diputado del Grupo Legislativo del Partido Revolucionario Institucional, en la Quincuagésima Novena Legislatura, desde donde trató de lograr la candidatura a la alcaldía, pero al igual que en otras ocasiones nomás no lo logró.
Marroquín siempre e enorgulleció de ser priista aunque nunca lo demostró, ya que la Huasteca de Hidalgo es testigo de cómo una y otra vez traicionó a su partido al ver truncadas sus aspiraciones, algo que muchos recuerdan es su célebre frase de “yo me alineo, pero mi gente no esta de acuerdo”, lo que le servía para deslindarse de trabajo a favor del o los ungidos como candidatos a cargos de elección popular, algunos de los cuales por mérito propio ganaron y otros, con la ayuda de “el Marro” perdieron.
Prueba de ello son las derrotas del PRI en los últimos 20 años, durante los cuales, proceso tras proceso, ha mostrado cientos de hojas con sellos y firmas de delegados y ciudadanos de colonias y comunidades que dice él, “desean que sea su presidente municipal”, lo increíble es que ya en las votaciones esos miles no votan por el PRI y se confirma la frase “yo me alineo, pero…”.
Hoy, ya curado del priismo que vistió por décadas y del cual obtuvo innumerables beneficios, José Eugenio Segura Marroquín se dice morenista y promotor de la Cuarta Transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador y del mandatario hidalguense en turno, del que presume ser amigo personal y al que dice apoyar incondicionalmente, palabras por las que fue premiado con el cargo de director de una universidad pública en Huejutla.
Nadie o quizá unos cuantos confían en él, saben de su agudeza para colocarse enfrente de otros, no importa cómo, lo que le interesa es estar en los primeros lugares aún y cuando tenga que pisotear a quienes le han dado la mano en alguna ocasión, esa es su esencia y es muy bien sabido por todos los que en alguna vez militaron con él en el PRI y que ahora se han encontrado en las filas de MORENA tratando de satisfacer el hambre que poder que no han podido saciar.
Aunque pareciera que la situación política de Marroquín es buena, de fondo hay muchas cosas que tarde que temprano habrán de salir a flote y que no serán del agrado de quienes hoy lo pusieron a trabajar a favor de proyectos políticos, porque cuando tenga qué rendir cuentas habrá de entregar sus necesidades, y seguramente, como en muchas otras ocasiones lo ha hecho: no cumplirá si no recibe algo a cambio, es la práctica común del huasteco tamaulipeco por nacimiento, pero hidalguense por adopción que ahí está, nuevamente formado en la fila para ser candidato a la alcaldía de Huejutla, pero ahora por Morena.
Por Iñaki Fernández