“Es casi medianoche en el desván de Marilyn Manson. Estamos en lo alto de una escalera de caracol donde el esqueleto de un hombre de mas de 2 metros de altura, con los huesos ennegrecidos por el paso del tiempo, permanece en cuclillas, con el cráneo humano reemplazado por el cráneo de un carnero. Se trata de un retablo de una antigua iglesia satánica de Gran Bretaña, dice Manson. Al lado del esqueleto está la pierna protésica que un hombre se quitó y le dio a Manson después de un concierto. Junto a ella está la peluca con peinado palurdo de la película “La sucia historia de Joe Guarro”. Esto tiene lugar al final de diez años de trabajo. Es un nuevo comienzo. El alfa y el omega de un hombre que ha trabajado más de una década para convertirse en el artista mas despreciado y temible del mundo de la música. A modo de salvaguarda. De mecanismo de defensa. O simplemente por aburrimiento. Las paredes son rojas y cuando Manson se sienta sobre la alfombra negra, barajando las cartas del Tarot, dice: “Es difícil leerse uno mismo”.
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En alguna parte, dice, tiene el esqueleto de un niño asiático de 7 años, desmontado y sellado en bolsas de plástico”. Esto que escribe Chuck Palahniuk en su libro “Stranger than fiction” está íntimamente relacionado con aquel ensayo que el mismo Manson escribiese sobre la masacre de Columbine donde escribe: “Es triste pensar que las primeras personas sobre la tierra no necesitaron libros, películas, juegos o música para inspirar el asesinato a sangre fría. El día que Caín le reventó los sesos a su hermano Abel, la única motivación que necesitó fue su propia disposición humana a la violencia. Ya sea que interpretemos la Biblia como literatura o como la palabra última del Dios que sea, el Cristianismo nos ha dado una imagen de la muerte y de la sexualidad sobre las que hemos basado nuestra cultura. En la mayoría de los hogares y alrededor de nuestros cuellos cuelga un hombre semidesnudo, y nosotros lo hemos dado por sentado toda nuestra vida. ¿Es un símbolo de esperanza o desesperanza? El asesinato/suicidio más famoso del mundo fue también el nacimiento del ícono de la muerte, el molde para la celebridad. Desafortunadamente, dentro de toda su inspiradora moral, en ningún lugar de los Evangelios se elogia a la inteligencia como virtud” o quizá esto sólo sea como lo que decía Ciorán: “el hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivir, la única en realidad”.
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“El sinsentido es propiamente una cosa negativa (una falta de sentido). Por sentido no entendemos lo que los sentidos pueden aceptar, sino lo que al cerebro le parece lógico. Una frase tiene sentido si es una estructura lógica. Destruyamos la estructura y tendremos algo sin sentido. Los elementos de una frase -las palabras- tienen sentido cuando están relacionados con las cosas que conocemos” dice el escritor británico, Anthony Burgess, y en clave de esta divagación, creo que nosotros estamos siempre tratando de encontrar sentido a nuestra existencia o viviendo sin localizarlo. Estar y permanecer siendo. Pensar y actuar en consecuencia. Ser coherente con lo que pensamos y hacemos se nos presenta quizá como una de las actividades más complejas del ser humano, pero, sin embargo, qué sería de la vida si no fuera como la vamos afrontando: un horizonte donde descubrir nuestras decisiones.
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