Saber que somos finitos es una invitación a disfrutar el único tiempo real que tenemos: el presente.
Porque si algo es seguro es que en algún momento tendremos que despedirnos de la vida, que las circunstancias, las personas y las relaciones tarde o temprano cambian.
Sin embargo, no siempre estamos conscientes del tiempo y la energía que le dedicamos a situaciones con menos importancia de la que les otorgamos, y de que también por esto corremos el riesgo de no valorar, disfrutar y celebrar lo que la vida nos brinda en el aquí y el ahora.
Si, es cierto que tenemos dolores del pasado, algunos más y otros menos, de alguna forma hemos enfrentado eventos que nos afectaron física o emocionalmente, pero a pesar de ello no tenemos que cargar con esos dolores y permitir que se conviertan en un sufrimiento constante, lo mismo ante la incertidumbre del futuro, claro que es necesario tener un propósito, objetivos, sueños y trabajar en el día a día para concretarlos, sin embargo, agobiarse demasiado por lo que pasará mañana no favorece los resultados, hay que ocuparse más no preocuparse y menos de manera obsesiva porque hacerlo impide que le dediquemos la energía y atención que el hoy amerita.
La vida transcurre rápidamente, sobre todo, entre más años vamos cumpliendo, ojalá que el balance que realicemos respecto a la satisfacción que experimentamos con lo que hemos vivido sea alta y nos sintamos complacidos con lo que hacemos y con quien estamos siendo, que transitemos la vida con gente que amamos y nos ama, y que incluso, hayamos aprendido a estar lo mejor posible por encima de las circunstancias, gestionando correctamente nuestras emociones para no dejarnos arrastrar por estas y cometer errores en las relaciones que establecemos, en las decisiones que tomamos y lo que dejamos pasar.
En ocasiones, somos tremendamente estrictos con nosotros, nos castigamos o reprimimos lo que deseamos ante un autoconcepto equivocado y no reconocemos que está bien no ser perfectos, que los errores no tienen que determinarnos indefinidamente, al contrario, si aprendemos de estos no serán inútiles.
Pensar de cuándo en cuando en lo que estamos haciendo para que en el futuro no aparezcan arrepentimientos, amarguras e insatisfacciones es un ejercicio que nos conduce a hacer los cambios necesarios ahora mismo y no cuando sea demasiado tarde.
La vida tampoco es perfecta, puede ser compleja, pero lo que hagamos en ella hace la diferencia para vivirla consciente y plenamente.
Es hoy cuando es tiempo de cuidar lo que tenemos: salud, familia, amigos, trabajo, dinero.
Es aquí y ahora que podemos cambiar el pasado dejando de repetirlo y planear en lo que esté a nuestro alcance el futuro.
Y no dejar que la mente nos agobie con preocupaciones y temores sobre temas qué muy probablemente no ocurrirán, y más bien, atender y prevenir lo que por descuido si puede suceder, procurar que los vínculos que establecemos sean de calidad y que se fortalezcan, adoptar hábitos cotidianos que preserven la salud física y mental, alejarnos del rencor y de las personas con las que no conectamos de la mejor manera, no sumarle peso a las exigencias de la vida con actitudes poco proactivas.
Comprometernos tanto con el presente para no dar lugar a lamentaciones al no haber hecho lo que necesitábamos hacer cuando era el momento de hacerlo.
El tiempo no regresa, nunca más estaremos viviendo este momento, así que una excelente decisión es enfocarnos en el presente con cada uno de nuestros sentidos y saber fluir responsable y conscientemente con la vida.
Que no nos distraiga la rumiación mental ni el engancharnos con lo que no depende de nosotros, por más que lo anhelemos no podemos cambiar a otras personas, aún si las amamos y menos si no son cercanas a nosotros, podemos acompañar o alejarnos, pero no dejar de vivir nuestra vida por estar obsesivamente pendientes de las decisiones de los y las demás.
Nadie va a devolvernos el tiempo perdido, ese en el que no hemos vivido plenamente por aferrarnos a modificar circunstancias que no generamos directamente, podemos encontrar aprendizaje en lo vivido y darle sentido aplicando la experiencia, asumiendo la responsabilidad de no perder más tiempo.
Instruir a la mente para atender lo que es importante, dar prioridad al bienestar propio y al que podamos procurar en otras personas, con responsabilidad afectiva y empatía, pero también con autocuidado, saber distinguir y marcar límites para no desperdiciar el tiempo y terminar arrepentidos por no haberlo aprovechado.
Aquí y ahora, ¿Qué agradeces de tu vida?, ¿Qué necesitas dejar de postergar?, ¿que cambios te está pidiendo tu cuerpo?, ¿cómo puedes mejorar la dinámica de tus relaciones?, ¿qué te hará sentirte más satisfecho con la persona que estás siendo?, ¿qué necesitas hacer o dejar de hacer para ser tu mejor versión?…
Lo que nos puede beneficiar a corto y largo plazo depende en gran medida de lo que hacemos hoy, aquí y ahora…. Sin perder el tiempo y sin dejar pasar la vida sin sentirnos orgullosos de lo que estamos construyendo.
Un abrazo
Lorena Patchen
Psicoterapia y conferencias.