El fin de semana pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador generó polémica por un par de publicaciones en su red social oficial de twitter, en donde menciona un par de reflexiones de personajes históricos sobre la crucifixión de Jesús Cristo, Mahatma Ghandi y León Tolstói respectivamente.
«No sé de nadie que haya hecho más por la humanidad que Jesús. De hecho, no encuentro nada malo en el cristianismo”. Pero entonces añadió: “El problema está en ustedes los cristianos, pues no viven de conformidad con lo que enseñan».
Lo anterior lo publicaba el día jueves 6 de abril, para después, el día viernes 7 de abril tuitear lo siguiente:
«Cristo es un reformador que desmoronó los antiguos fundamentos de la vida y nos proporcionó unos nuevos, y cuya reforma aún no se ha llevado a cabo y todavía sigue vigente».
Pero pongamos todo en su justa dimensión para evitar la muy forzada interpretación de que Andrés Manuel López Obrador se esté comparando con Jesús Cristo o algo siquiera cercano a eso.
En primera, a nadie nos debe sorprender que Andrés Manuel hable de Jesús Cristo ó lo cite, ya que en muy reiteradas ocasiones a mencionado –incluso desde antes de ser Presidente– que su dirigente social más admirado es Jesús Cristo, esto basado en su propia interpretación teológica.
Las reflexiones que dan origen a este texto, hablan sobre la congruencia entre el decir y el hacer, ya que el mandamiento más importante para Ghandi –referenciado por el propio político Hindú– es el de «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Por otro lado, León Tolstói el novelista ruso, después de una profunda crisis espiritual, termina por definir al cristiano como aquel que no puede no amar y concluye que la gran mayoría de doctrinas eclesiásticas no tienen que ver con las enseñanzas de Jesús Cristo, “el reino de Dios está en vosotros”.
Lo escrito en los párrafos anteriores nos lleva inequívocamente a hablar sobre el ‘Humanismo mexicano’, definición del modelo y proyecto político del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el cual nutrido de ideas universales, entiende que lo esencial de este proyecto emana de la grandeza cultural milenaria y de la excepcional y fecunda historia política de nuestro país.
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El ‘Humanismo mexicano’ se define –en palabras del propio Presidente– en al menos 6 postulados políticos, económicos y sociales:
1.- No aceptar el derrotismo.
2.- No traicionar al pueblo.
3.- Humanismo.
4.- Progreso sin justicia es retroceso.
5.- No todo son indicadores.
6.- Primero los pobres.
Carlos Monsiváis sostenía que el humanismo “coloca lo marginal al centro” de la política y la transformación; la Cuarta Transformación resignificada como ‘humanismo mexicano’ retoma las grandes lecciones de nuestra historia, para en esencia, realizar un cambio democrático, pacífico y profundo; ya que definir una nueva forma de ejercer el poder es una transformación radical por si misma.
Por el bien de todos, primero los pobres.
Esta frase debiera ser la esencia de toda actividad política porque es en sí misma el sinónimo del humanismo y una forma distinta de entender la importancia del poder, cuyo ejercicio es solo virtuoso cuando se pone con amor al servicio de los demás.
Por Dino Madrid
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