La comunidad universitaria, parece aletargada, pues mientras en otros escenarios de la vida política y social de nuestro país, la gente se organiza, demanda avances, exige freno a los cacicazgos y democracia interna, en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), todo camina según la voluntad de su líder moral, la cabeza del Grupo Universidad que ha dominado la escena durante los últimos 40 años: Gerardo Sosa Castelán.
Su prisión domiciliaria, su decadente estado de salud, no han sido impedimento para tomar las decisiones más importantes que le convienen a él para seguir ejerciendo el control de una comunidad de más de 40 mil personas, entre alumnos, académicos y trabajadores administrativos, para su beneficio personal y el de sus hermanos.
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Lo que ocurrirá hoy en la sede de la máxima casa de estudios, será muestra de que todos bailan al son que toque el originario de Acaxochitlán, justo cuando Octavio Castillo Acosta, rinda protesta como rector de la UAEH, para el período 2023-2029.
Ni las quejas o protestas difundidas en las redes sociales contra la orden de que alumnos y académicos marcharan por las calles de Pachuca para mostrar su adhesión a la candidatura (la única) de quien hasta hoy fue rector interino, tras dejar el cargo su antecesor Adolfo Pontigo Loyola.
NO hay que escatimarle resultados en sus avances académicos a la UAEH; tampoco en el fortalecimiento de su infraestructura, de sus empresas, de que en el orden nacional es una de las más reconocidas por la calidad de sus académicos.
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Eso no debe estar en el juicio del imaginario colectivo, sino ese control caciquil que ha ejercido desde hace cuatro décadas Gerardo Sosa Castelán, quien parece inamovible en su trono de máximo jefe político de los universitarios, aun cuando el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, ha planteado la necesidad de acabar con los cacicazgos en las universidades públicas.
Ni los golpes a sus finanzas, ni el encarcelamiento sufrido por el propio Gerardo Sosa, han hecho mella en su fuerza al interior del campus universitario, esa fuerza que hoy le permite imponer a un rector más, afín a sus intereses y sus pretensiones.
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